Desde Felipe González hasta Zapatero viene una tendencia en el lenguaje político español de revalorizar el en sí ya importantísimo cargo de jefe del Gobierno, sustituyendo “jefe” por “presidente”, que suena mejor sobre todo en los foros internacionales. Esto es bastante privativo de España, el país, después de Austria, de los títulos o los nombres de cargos públicos, aunque sean modestos, como “Rat” (consejero). Y lo curioso es que el gobierno español prohibió por decreto los tratamientos de Excelentísimo e Ilustrísimo Señor en el campo administrativo. Así, pues, un alcalde ya no es ilustrísimo, sino “señor alcalde”.
En rigor, no es correcto llamar “presidente del Gobierno” al jefe del ejecutivo. En otros países este cargo se denomina “presidente (del consejo) de ministros”, “ministropresidente” (en la alemana Baviera), “canciller federal” (Alemania, con un Presidente elegido por el parlamento). En un país políticamente estructurado como España solamente tiene derecho al título de Presidente el rey Juan Carlos, que reúne en su persona, representante de la Corona, los cargos de Jefe del Estado, Presidente (de la Nación) y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas.
Escribo con toda objetividad. Personalmente soy republicano. No “se hace República” solapadamente. Mientras la Corona sea aceptada por el pueblo, vivimos en una Monarquía (democrática), y el Rey es el mejor representante de España en el Exterior.
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