El miércoles, 23 de febrero, se cumplen los 30 años de la intentona de golpe de estado sobre el que todavía planean secretos, misterios, suposiciones y elucubraciones para todos los gustos. Real era el malestar de los mandos militares franquistas con la joven democracia, a la que no querían someterse. Real, aunque fantasmagórica, fue la irrupción de guardias civiles en el Congreso al mando de un individuo llamado Tejero. Real fue la insubordinación del general Milans del Bosch, enviando en Valencia los tanques y la tropa en camiones militares a la calle, para tomar la ciudad en caso necesario, en nombre del Rey.
Para el 23-F. de este año, los medios preparan emisiones y reportajes especiales. Unos lo harán con la seriedad que requiere el evento y su dramática solución gracias a la Corona. Otros seguirán especulando con los secretos y los misterios de aquel evento que cortó por una noche-madrugada el resuello de casi toda España. Y por último, otros, los jóvenes periodistas, que por entonces eran niños, lo verán desde una perspectiva cómica, sobre todo la prensa y televisión facha.
No hay motivo para la guasa. En aquellas horas, en las que peligraron otra vez las vidas de muchos “rojos”, España, con un payaso vestido de guardia civil y un militar enloquecido en Valencia, se estaba jugando su futuro de paz y libertad. En cuanto a los secretos y elucubraciones ahí están los historiadores para investigarlos. También el 23-F pertenece a la memoria histórica.
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