“Ladrón de guante blanco”. = Se denomina así al ladrón que actúa con habilidad y elegancia, utiliza sólo su ingenio y no usa la violencia para conseguir sus fines. Esta expresión se utiliza desde la aparición de la primera novela protagonizada por Arsenio Lupin, “el ladrón caballero”, personaje literario que dio la fama al autor francés Maurice Leblanc (1864 – 1941).
Maurice Leblanc fue un escritor cosmopolita que había publicado sin pena ni gloria algunas novelas hasta el día que su editor le propuso escribir una novela policiaca por entregas en la que el personaje principal tenía que ser un personaje muy francés que hiciese la competencia en el mercado francés e internacional a la figura del muy british detective Sherlock Holmes, inventada por Arthur Conan Doyle.
El éxito superó las expectativas y Maurice Leblanc se convirtió de la noche a la mañana en el autor más leído de su época. Leblanc pintó a Maurice Lupin como a un hombre elegante, culto, amante de la buena mesa, del teatro y de las mujeres bellas. Sus víctimas eran generalmente personas que habían amasado su fortuna aprovechándose del infortunio de los demás para quedarse con sus bienes a precio de saldo, o sea el prototipo del usurero, lo que las hace profundamente antipáticas desde un principio (mientras que Arsenio Lupin es simpático, cae bien al lector e incluso se identifica con él).
Aunque la fama y la fortuna le sonrieron a partir del giro que dio a su carrera de escritor y consiguió ser altamente condecorado con la Legión de Honor, Leblanc nunca llegó a ser del todo feliz. Guardó siempre el resquemor de no haber sido lo suficientemente valorado por la crítica, que nunca le tomó en serio como escritor. Quizás le hubiese consolado saber que sus obras perdurarían hasta hoy gracias al cine y a la televisión.
Otro “ladrón de guante blanco” que no quisiera dejar de mencionar es “La Pantera Rosa”. Ya en la primera película de Black Edwards de 1963, el gran actor británico David Niven da vida al ladrón de guante blanco “El fantasma”,que se esconde tras la identidad del noble inglés Sir Charles, un rico playboy asediado por las mujeres. El inspector Clouseau es nada más y nada menos que Peter Sellers (en uno de sus mejores papeles), quien no sabe que tiene al enemigo en casa, ya que su mujer es la amante de Sir Charles (rol interpretado por la bella modelo francesa Capucine). Debido a su extraordinario éxito tuvo innumerables continuaciones, todas ellas dirigidas por Blake Edwards, incluso muchos años después de haber fallecido sus dos primeros protagonistas David Nived y Peter Sellers.
Y como los dibujos de los créditos gustaron tanto, en 1964 se hizo un filme de dibujos animados, en el que un felino de color rosado, elegante como un gentleman británico, era el ladrón siempre perseguido con poco éxito por el pobre infeliz de inspector Clouseau, muy bien caracterizado con su bigote, su gabardina y un ridículo sombrerito marrón.
Maurice Leblanc fue un escritor cosmopolita que había publicado sin pena ni gloria algunas novelas hasta el día que su editor le propuso escribir una novela policiaca por entregas en la que el personaje principal tenía que ser un personaje muy francés que hiciese la competencia en el mercado francés e internacional a la figura del muy british detective Sherlock Holmes, inventada por Arthur Conan Doyle.
El éxito superó las expectativas y Maurice Leblanc se convirtió de la noche a la mañana en el autor más leído de su época. Leblanc pintó a Maurice Lupin como a un hombre elegante, culto, amante de la buena mesa, del teatro y de las mujeres bellas. Sus víctimas eran generalmente personas que habían amasado su fortuna aprovechándose del infortunio de los demás para quedarse con sus bienes a precio de saldo, o sea el prototipo del usurero, lo que las hace profundamente antipáticas desde un principio (mientras que Arsenio Lupin es simpático, cae bien al lector e incluso se identifica con él).
Aunque la fama y la fortuna le sonrieron a partir del giro que dio a su carrera de escritor y consiguió ser altamente condecorado con la Legión de Honor, Leblanc nunca llegó a ser del todo feliz. Guardó siempre el resquemor de no haber sido lo suficientemente valorado por la crítica, que nunca le tomó en serio como escritor. Quizás le hubiese consolado saber que sus obras perdurarían hasta hoy gracias al cine y a la televisión.
Otro “ladrón de guante blanco” que no quisiera dejar de mencionar es “La Pantera Rosa”. Ya en la primera película de Black Edwards de 1963, el gran actor británico David Niven da vida al ladrón de guante blanco “El fantasma”,que se esconde tras la identidad del noble inglés Sir Charles, un rico playboy asediado por las mujeres. El inspector Clouseau es nada más y nada menos que Peter Sellers (en uno de sus mejores papeles), quien no sabe que tiene al enemigo en casa, ya que su mujer es la amante de Sir Charles (rol interpretado por la bella modelo francesa Capucine). Debido a su extraordinario éxito tuvo innumerables continuaciones, todas ellas dirigidas por Blake Edwards, incluso muchos años después de haber fallecido sus dos primeros protagonistas David Nived y Peter Sellers.
Y como los dibujos de los créditos gustaron tanto, en 1964 se hizo un filme de dibujos animados, en el que un felino de color rosado, elegante como un gentleman británico, era el ladrón siempre perseguido con poco éxito por el pobre infeliz de inspector Clouseau, muy bien caracterizado con su bigote, su gabardina y un ridículo sombrerito marrón.
nooo sirve pa nada
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