Según los astrofísicos David Tholei y Fabrizio Bernardi, un asteroide está en camino hacia la Tierra, donde impactaría el 13 de abril de 2036. El cuerpo celeste tiene unos 400 metros de diámetro y chocaría contra nuestro planeta a una velocidad de 13 Km. por segundo, es decir, unos 50.000 kilómetros por hora. El impacto equivaldría a 40.000 bombas atómicas. Si el asteroide realmente colisionara con el planeta tierra, sería una catástrofe mundial. Los astrofísicos ya han calculado cuál sería la zona del impacto: todo el Mediterráneo, desde la Península Ibérica hasta los Balcanes y el norte de África. Pero las consecuencias se extenderían a escala mundial: masas ingentes de polvo oscurecerían el sol y harían imposible respirar. ¿El fin del mundo? Con una máxima probabilidad, no. La NASA que viene observando la trayectoria de Apofis, como se denomina al cuerpo celeste, rebajó el 5 de agosto de 2006, a 0, en la escala de Turín, la probabilidad de una colisión del asteroide con nuestro planeta.
Sin querer mermar el saber de ambos astrofísicos, confío más en la NASA. Recordemos que desde hace milenios siempre han venido anunciando el fin del mundo legiones de profetas, predicadores, charlatanes, videntes y toda esa caterva de personajes para quienes las religiones sólo son campo abonado para la superstición y la superchería. Científicamente se calcula que el planeta Tierra desaparecerá con el sistema solar dentro de cinco mil millones de años.
Los astrofísicos mencionados pueden exhibir sus estudios acerca del asteroide que presuntamente amenaza a la tierra, pero sus datos han sido revisados y corregidos por la importante agencia norteamericana de investigación espacial, la NASA. Es cierto que constantemente estamos siendo bombardeados por meteoritos, que se incendian al penetrar en la atmósfera y no causan daño. Puede ocurrir que uno de los trozos del meteorito sea un poco más grande, como una piedra. El 20 de junio de 1994, en Madrid, un ciudadano se llevó un tremendo susto, cuando un mineral rompió el parabrisas de su coche. El hombre sólo sufrió una herida leve en el brazo. Se dio cuenta en seguida de que era un meteorito y se lo entregó a la policía, que a su vez lo trasladó al Museo de Ciencias Naturales.
Peor fue lo ocurrido en Rusia hace 100 años. Como una bola de fuego cayo en Siberia un asteroide, el Tunguska. La explosión destruyó la taiga (bosque) en un área de varios centenares de kilómetros cuadrados. Famosos son los asteroides que cayeron en Yucatán, cambiando por completo el paisaje en el jurásico. Otro enorme meteorito es hecho responsable de la extinción de la vida en la tierra y la extinción de los dinosaurios hace unos 85 millones de años. El ser humano aún no había nacido, estaría en la horma simia o de cualquier otro animal.
Para que no se produzca la colisión del asteroide está además la consideración de que Venus con su masa puede desviar la trayectoria del asteroide (bautizado con el nombre griego “Apofisi”, tradución de Apawrí, el dios egipcio de la muerte).
Ante estos sobresaltos ¿no cabe esperar que la NASA, Moscú y Pekín colaboren estrechamente para construir un “escudo nuclear” que destruya cualquier asteroide que en el futuro ponga rumbo a nosotros?
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