¡Cuántas veces denostamos de la política y de los políticos! Es injusto. Vivimos en y de la política. Donde no hay política existe totalitarismo, que puede ser fascista o comunista. Ambos sistemas han fracasado estrepitosamente. Si usted posee olivares y contrata para la cosecha a españoles e inmigrantes, no les proporciona un alojamiento digno y les rebaja el salario, usted está haciendo política (antisocial) y sus trabajadores, que acudan a instituciones democráticas en busca de ayuda y de sus derechos laborales, también hacen política. ¿Cómo vamos a rechazar la política si nuestras vidas giran en torno a ella? Dijo el filósofo griego Aristóteles que “el hombre es un animal político”.
Está bien que critiquemos a los políticos malos o deficientes, pero es injusto rechazar a todos los políticos, sean del partido que sean, porque hacen política. Es lo suyo. Si su política es mala, ahí están los mecanismos democráticos para apartarlos del poder. Las urnas están para cambiar a los dirigentes dentro de la democracia y no, como afirman los fachas de todo el mundo, para romperlas. Han pasado los tiempos del caudillismo. La soberanía está en el pueblo. Y por un consenso democrático, si en unas elecciones sale ganador otro partido que el nuestro, todos estamos obligados a aceptar y respetar la voluntad de la mayoría, aunque en la práctica política también la mayoría ha de proteger a la minoría y sus derechos.
Es cierto que existe la corrupción no sólo en España. Los políticos más proclives a ser sobornados suelen ser los que ostentan los cargos más altos, debido a su mayor poder decisorio. Contra la corrupción es necesario que luchen juntos todos los partidos. Es fatal e inflige un grave daño a la democracia si cada partido se arroja a la cabeza las corruptelas del otro. Ninguna corrupción es tolerable, sea cual fuere el partido que la comete y en este sentido los partidos han de apoyar decididamente a la Justicia, caiga quien caiga. En la política están los partidos políticos, que canalizan la voluntad popular. Políticos son todos los que se dedican como profesión a la cosa pública. Solemos creer que políticos son solamente quienes vemos en el Congreso de los Diputados. Político es también quien trabaja en un partido, son los “fontaneros”, sin los cuales no funcionaría ni el Gobierno ni la Oposición. Se les llama “militantes de base”.
Quien proclama a los cuatro vientos que es apolítico, está, en primer lugar, dando un ejemplo de estulticia, y, en segundo lugar, demuestra ser un gorrón de la democracia, que tantos sacrificios ha costado conseguir y por la que hemos de luchar denodadamente para conservarla.
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