El gran problema que planea sobre España es, aparte de la crisis, la triste circunstancia de que tenemos dos grandes partidos, pero sin líderes.
Mariano Rajoy ha ido perdiendo el tufillo de su nombramiento a dedo como jefe del PP y candidato a las elecciones generales, no en último lugar por su reafirmación en un congreso extraordinario del Partido Popular. Aznar eligió a Rajoy por considerarlo el más anodino de entre sus incondicionales. El ahora, entre otras cosas, hombre de negocios, José María Aznar pensaría que en el caso de querer volver a la política (a lo Berlusconi), Rajoy sería fácil de apartar a un lado. Es cierto que Rajoy ha ido ganando autonomía y le ha salido bien la jugada de quitarse de en medio a uno de los hombres fuertes de Aznar, Álvarez Cascos, que ofendido por no haber sido nombrado candidato para las elecciones en Cantabria, se salió del PP para formar su propio partido, que supongo que no será de extrema izquierda. Ahora sólo le queda a Rajoy, para ser auténticamente libre, la espantada del derechista andaluz Javier Arenas, candidato a las autonómicas andaluzas. Pero Rajoy sigue sin dar la talla en la oposición. Para un jefe de la oposición decir constantemente “No” y “el problema es Zapatero” no es suficiente para crearse un carisma. Por eso, la opinión pública le suspende en las encuestas. Nadie espera de este personaje un auténtico liderazgo. Seguro que sus asistentes, Soraya Sáenz de Santa María y María Dolores de Cospedal, conseguirían una nota mejor. De Santa María hay que decir, sobre todo, que es una política nata, muy preparada para desempeñar cargos públicos, incluso alguna vez el de presidenta del Gobierno con el PP.
Del PSOE cabe decir que carece de auténticos líderes. Zapatero ha demostrado no ser un dirigente político de envergadura, como se espera de un verdadero estadista en una situación tan grave como la que estamos viviendo. La opinión pública lo sabe y por eso le suspende como a Rajoy. Es difícil adivinar qué líderes puede ofrecer el PSOE. Rubalcaba es un buen ministro del Interior. ¿Sería un buen gobernante? Carme Chacón está haciendo bien sus deberes en Defensa, ¿pero estaría madura para presidenta del Gobierno? También existen dudas en torno a José Blanco y nadie puede decir hoy si José Bono, el actual presidente del Congreso de los Diputados, aceptaría una oferta de compromiso, en el último momento. Una cosa está clara: quien llegó a La Moncloa como locomotora a todo vapor, ya ha perdido su empuje, si es que lo tuvo alguna vez.
El panorama político no es para tirar cohetes. Las encuestas dicen que el PP adelanta en 10 puntos al PSOE. ¡Vaya un éxito, señor Zapatero! Pero los líderes de ambas grandes formaciones están suspendidos en la opinión de la sociedad. El PSOE y el PP sin líderes. ¿Cuándo aclarará Zapatero la situación?
Mariano Rajoy ha ido perdiendo el tufillo de su nombramiento a dedo como jefe del PP y candidato a las elecciones generales, no en último lugar por su reafirmación en un congreso extraordinario del Partido Popular. Aznar eligió a Rajoy por considerarlo el más anodino de entre sus incondicionales. El ahora, entre otras cosas, hombre de negocios, José María Aznar pensaría que en el caso de querer volver a la política (a lo Berlusconi), Rajoy sería fácil de apartar a un lado. Es cierto que Rajoy ha ido ganando autonomía y le ha salido bien la jugada de quitarse de en medio a uno de los hombres fuertes de Aznar, Álvarez Cascos, que ofendido por no haber sido nombrado candidato para las elecciones en Cantabria, se salió del PP para formar su propio partido, que supongo que no será de extrema izquierda. Ahora sólo le queda a Rajoy, para ser auténticamente libre, la espantada del derechista andaluz Javier Arenas, candidato a las autonómicas andaluzas. Pero Rajoy sigue sin dar la talla en la oposición. Para un jefe de la oposición decir constantemente “No” y “el problema es Zapatero” no es suficiente para crearse un carisma. Por eso, la opinión pública le suspende en las encuestas. Nadie espera de este personaje un auténtico liderazgo. Seguro que sus asistentes, Soraya Sáenz de Santa María y María Dolores de Cospedal, conseguirían una nota mejor. De Santa María hay que decir, sobre todo, que es una política nata, muy preparada para desempeñar cargos públicos, incluso alguna vez el de presidenta del Gobierno con el PP.
Del PSOE cabe decir que carece de auténticos líderes. Zapatero ha demostrado no ser un dirigente político de envergadura, como se espera de un verdadero estadista en una situación tan grave como la que estamos viviendo. La opinión pública lo sabe y por eso le suspende como a Rajoy. Es difícil adivinar qué líderes puede ofrecer el PSOE. Rubalcaba es un buen ministro del Interior. ¿Sería un buen gobernante? Carme Chacón está haciendo bien sus deberes en Defensa, ¿pero estaría madura para presidenta del Gobierno? También existen dudas en torno a José Blanco y nadie puede decir hoy si José Bono, el actual presidente del Congreso de los Diputados, aceptaría una oferta de compromiso, en el último momento. Una cosa está clara: quien llegó a La Moncloa como locomotora a todo vapor, ya ha perdido su empuje, si es que lo tuvo alguna vez.
El panorama político no es para tirar cohetes. Las encuestas dicen que el PP adelanta en 10 puntos al PSOE. ¡Vaya un éxito, señor Zapatero! Pero los líderes de ambas grandes formaciones están suspendidos en la opinión de la sociedad. El PSOE y el PP sin líderes. ¿Cuándo aclarará Zapatero la situación?
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