viernes, 24 de abril de 2020

PENSAMIENTO










“Las ideologías amputan la razón y la inteligencia”.

M.M.




RINCÓN DE LA POESÍA







LA LUNA


Luna,
amiga mía,
punto fijo
en mi dolor de lejanía,
callado espejo
de mis ausencias.

Eco constante
de mis anhelos,
puente de plata
de mi nostalgia
desde el cielo.

Tú me acortas los caminos,
que conducen a mi tierra,
y contigo me hago ubicuo
en el espacio y en el tiempo.

Luna,
Amiga mía,
cuando dejes de ser
el faro de mi destierro,
la nave de mi añoranza
habrá llegado a su puerto.


Manuel Moral (†24.04.2017)




jueves, 23 de abril de 2020

RECUERDOS DE MI MANUEL




Para recordar el tercer aniversario del fallecimiento de mi esposo, he desenterrado un comentario suyo emitido el 14.07.1989. Desgraciadamente, desde entonces poco ha cambiado en el panorama de la prensa española. Yo diría que, incluso, ha ido a peor. 


"LA CALAMIDAD DE LA PRENSA ESPAÑOLA


En un reciente comentario me refería a la situación anómala de la Radio y la Televisión en España, supeditadas al monopolio de quienes ostentan el poder, ya sea en el gobierno de la nación ya sea en el de alguna comunidad autónoma. Los casos de intrusismo gubernamental o partidista en los medios de comunicación audiovisuales son especialmente graves, porque se trata de medios públicos, que debieran ser de titularidad social por ser de propiedad estatal, es decir, por pertenecer al conjunto de todos los ciudadanos que componen el Estado.

Pero la situación no es mejor por lo que respecta a los medios escritos, a la prensa. También en la prensa se hacen sentir los efectos de intereses que solamente pueden ser atendidos por el Gobierno o por el partido del gobierno. Ello hace que la prensa pierda su independencia al decidir los editores o los directores qué temas pueden tocarse y cuáles no. Puede decirse que esto ocurre en casi la mayoría de las democracias del mundo y que ni siquiera son una excepción de la interferencia entre intereses determinados y la libertad de información órganos tan prestigiosos como THE NEW YORK TIMES o LE MONDE, por sólo citar dos ejemplos muy conocidos. Pero habría que precisar que en las democracias con larga tradición de libertad de prensa existen numerosos mecanismos correctores o compensadores, que impiden la total enajenación de la profesión periodística. Además, por otra parte, el alto grado de profesionalidad de los periodistas se traduce en una calidad y una seriedad en el tratamiento de las informaciones que ya quisieran para sí la inmensa mayoría de los rotativos españoles.

La prensa ha desempeñado en España un gran papel en el tardofranquismo. Fue sobre todo la prensa surgida al margen de los periódicos del Movimiento la que empujó al régimen dictatorial a su ocaso. Aquella prensa fue quien aró el campo para la reforma política que desembocaría en la transición a la democracia. La prensa escrita y luego, la radio no estatal, principalmente la cadena SER, sembraron en España la semilla de la democracia, creando una sensibilidad general de cambio en toda la sociedad española, sobre la que la Monarquía, con don Juan Carlos, pudo poner en movimiento el proceso que culminaría con la restauración de un sistema democrático-parlamentario en nuestro país. La prensa y la ya a la altura de su misión de cara a la sociedad española. 

La calidad de un número -desgraciadamente bastante elevado- de profesionales es francamente ínfima. Una mayoría de los directores son diletantes, que han obtenido sus cargos por favores y no por méritos y que basan su máxima preocupación en utilizarlos como trampolines para otras actividades más lucrativas. La información seria va cediendo espacio a la trivialidad, al sexo o al sensacionalismo. La crítica no se hace por principio y en cualquier ocasión justificada, sino que es episódica u obedece a motivos de estrategia del periódico o a motivos personales de sus editores o directores. Si se critica un escándalo financiero o la conducta poco honesta de algún personaje público, no se hace con un sentido de catarsis, de depuración social, sino desde un prisma subjetivo y apelando a ese viejo  vicio de los españoles que es la envidia, buscando avivar ese instinto tan ibérico de alegrarse de la desgracia ajena.

Existen periódicos, como ABC, que se han instalado oportuna y comercialmente en una oposición a ultranza contra todo lo que sea PSOE o socialismo. Tiene esa oposición de ABC un cierto regustillo a panfleto, de una parte, y a resentimiento, de otra. Si bien, es asimismo cierto que ABC, por las causas estratégicas que sean, es hoy por hoy el único periódico en España en el que pueden publicar todos los profesionales e intelectuales, de derechas o de izquierdas, con tal que tengan algo que criticar a la gestión del llamado “felipismo”.

La inmensa mayoría de los demás rotativos españoles han establecido un impenetrable sistema de elitismo que aleja de sus páginas a críticos que no dispongan de los suficientes enchufes con la dirección de los periódicos o que no figuren en la lista del poder como concertada oposición que sirva de coartada para la ausencia de una auténtica discusión pública en torno a la política española. No sólo contra el PSOE, que los socialistas son sólo parte de esa política española. Además del amiguismo, el oportunismo es ley. Hay que mostrarse sensible al poder, porque de dicho poder dependen concesiones o mercedes. Así ocurre con determinados temas, como, por ejemplo, el de la radio y la televisión. Unas veces pueden ser tratados o criticados con toda acritud, pero entonces es que el diario en   cuestión no ha obtenido los favores que esperaba del Gobierno en el sector de la televisión privada. El tema, por el contrario, es silenciado o embellecido si el diario cree tener la posibilidad de obtener la codiciada frecuencia.

No. Tal como está hoy en día la prensa en general, no podemos hablar de la existencia en España de un sistema autentico de libertad de información y se mide por el nivel de sus medios de información, sean escritos o hablados. Lo que ya empieza a ser altamente preocupante no es que el PSOE haga esto o deje de hacer aquello, sino que su misión de reflejar, canalizar y dar expresión a la opinión pública. Que la prensa renuncie a incidir como cuarto de poder en el desarrollo cotidiano de la cosa pública. Que la prensa como baremo de la sociedad nos indica un gran deterioro en la calidad social en España, que tanto fue alabada en Europa durante los difíciles años de la transición.

En España sobran los divos de la prensa, esos aspirantes a políticos en la sombra, a próceres de la opinión pública, que ofrecen al poder como contrapartida de ser prestigiados por el mismo; que gastan más tiempo en dar conferencias y publicar libros y regulares novelas que en luchar por facilitar a los pocos, buenos, profesionales de a pie hacer su trabajo sin cortapisas dictadas desde arriba. Ya creíamos que los tiempos de ARRIBA habían pasado para siempre. ¿Seguimos con los mismos collares de los perros que ahuyentamos?"

Manuel Moral
(†24.04.2017)






jueves, 7 de noviembre de 2019

PINCELADA: La Casa-Museo Antonio Machado






El pasado domingo llegué a eso de las 12 a Segovia procedente de Valladolid.  El tiempo era bastante soleado, así que dejé la maleta sin deshacer en mi alojamiento, en pleno centro de Segovia, y dirigí mis pasos a la Casa-Museo de Antonio Machado, relativamente cerca del Restaurante El Bernardino que mi casera me recomendó para el almuerzo y donde, por cierto, comí pésimamente por el precio. Tenía tiempo de sobra puesto que La Casa-Museo cierra los domingos a las 15 horas.

Estaba muy emocionada porque mi difunto marido y yo hemos adorado la obra de Machado desde siempre y no hay tampoco que olvidar que ésta es, nada más y nada menos, la única Casa-Museo del poeta que se conserva en España. Manuel y yo habíamos ya visitado en más de una ocasión, con motivo de nuestras vacaciones y alguna comida por esa zona, la tumba del poeta en Colliure, muy cerquita de Perpiñán, ciudad donde vivían mis tíos maternos desde 1931. Una tumba preciosa dentro de su sencillez, ornada con la bandera republicana y en la que nunca faltan flores frescas.
 
Sita en la calle de los Desamparados, en pleno casco antiguo de Segovia, la humilde vivienda que Antonio Machado (26 de julio de 1875 - 22 de febrero de 1939) habitó desde 1919 a 1932 es tan pequeña que se puede recorrer enterita en media hora sin perderse detalle. Por aquel entonces era una pensión en el primer piso de la finca y, a juzgar por las pocas fotografías que quedan de la época, dudo mucho que fuese tan bonita como la casita actual, reformada y amueblada de forma sencilla pero bastante confortable.
 
Machado había ganado una plaza de profesor de francés en un instituto de la ciudad. Al parecer, la patrona del alojamiento era una señora viuda con dos hijas, cuyo único medio de subsistencia era la casa de huéspedes que regentaba. Tenía en total tres huéspedes, Machado y otros dos más, ambos funcionarios. Pagaban 3,50 pesetas al día por la pensión completa. Machado sólo vivía allí entre semana. Los fines de semana los pasaba en Madrid, a donde se trasladaba en tren.
 
Esta vivienda y sus enseres domésticos nos dan una idea de cómo pudo haber sido el día a día de la vida de Machado en una casita típica segoviana de finales del siglo XIX/ principios del siglo XX.
 
Machado, junto con otros intelectuales de la ciudad, fundó la Universidad Popular de Segovia, de la que fue nombrado director honorario en 1927. La misma que compró esta casa y la reformó. En el año 1951 se compró el piso; en 1959 los muebles de la habitación y del comedor; en 1974 se compró la totalidad de la finca, y, no hace mucho, lo que es el patio trasero de la casa. La Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, antigua Universidad Popular, sigue siendo la propietaria del museo.
 
La casa, muy modesta, como la mayoría de las de aquella época, sobrevivió bastante bien a los embates del tiempo. Conserva intocados los patios, los muros, la práctica cocina económica, el pasillo, el comedor común y su habitación, que incluye una estufa de petróleo que, al parecer, le regaló su hermano Manuel para que calentase su cuarto cuando más arreciaba el frío segoviano. En la casa tampoco podía faltar la referencia, aunque sólo sea en una vitrina, a Pilar de Valderrama, “Guiomar”, apodo que le puso  Antonio Machado nada más conocerla, musa y gran amor del poeta.
 
Según la Oficina de Turismo, el año pasado se contabilizaron 18.932 visitas al Museo. Y este año, en el que se celebra el centenario de la llegada de Machado a Segovia, la Casa-Museo ya ha recibido más de 9.000 visitas., casi todas de foráneos. Según se quejaba amargamente una empleada de la Oficina de Turismo, pocos segovianos se acercan hasta allí y muchos no saben ni siquiera dónde está. ¡Una auténtica pena tratándose de uno de nuestros más grandes poetas!
 
Información (horarios de apertura, visitas guiadas, etc.):
Casa de Antonio Machado
Calle de los Desamparados, 5
Tel. 921 46 03 77
 
Margarita Rey
 
 

RECUERDOS DE MI MANUEL





Nuestra lengua

“Tren Botijo”. = Se llamaba así a un tren que, en verano, unía la capital con ciudades costeras como Alicante. Hacía innumerables paradas en el trayecto. Lo de botijo es debido a que la gente solía llevar como parte de su equipaje un botijo para calmar la sed durante el viaje.

“Ser como la espada de Bernardo que ni pincha ni corta” = La frase alude a Bernardo del Carpio, caballero que, luchando contra los moros en Roncesvalles, golpeó su espada contra una roca y la dejó sin filo. Cuando alguien “ni .pincha ni corta” es que no es importante, que no tiene ningún poder de decisión.

“Naranjas marca Claro de Luna”. = Naranjas robadas durante la noche, para venderlas al margen de los mercadillos.

“Manda uebos” = La necesidad obliga. No tiene nada que ver con los huevos de la gallina o con los bajos masculinos. Del latín Opus, "uebos" significa necesidad. El popular “manda huevos” es sólo una distorsión de “manda uebos.

“Quien con niños se acuesta, mojado (cagado) se levanta” = Quien trata con inmaduros, no puede extrañarse si sale perjudicado.

“Donde hay patrón, no manda marinero” = Solamente el jefe puede dar ordenes.

“El hábito no hace al monje” = No hay que fiarse de las apariencias. El aspecto exterior no dice nada de la clase social de la persona. Similar: “Las apariencias engañan”.

“Quien bien te quiere, te hará llorar” = Sólo los familiares o los buenos amigos te dicen la verdad (aunque ésta no sea agradable).

“Carpanta”. = Hambre violenta. Figura de un tebeo (comic), que fue muy popular en la posguerra. Es un pobre hombre siempre hambriento. Cada vez que consigue comida (generalmente un pollo asado, algo que sólo se podían por aquel entonces permitir los ricos) suele ser un sueño, una imaginación o alguien le impide comer.

“Ser un tocahuevos”. = (col.) Alguien que fastidia o molesta con constantes quejas infundadas.

Manuel Moral (✝ 24.04.2017)


 

PENSAMIENTO




 
 
“Cuanto más corto se hace el futuro,
más rápido pasa el presente”.

M.M.

 


lunes, 21 de octubre de 2019

PINCELADA: Tarde de cine





Ayer, conseguí sacudirme de encima esa galbana que me embarga los domingos por la tarde y me encaminé al Centro VIALIA para ver una de las películas más exitosas del momento: “Mientras dure la guerra” de Alejandro Aménabar, basada en los acontecimientos que tuvieron lugar en el verano de 1936. Cuenta las dudas del intelectual Miguel de Unamuno y su valentía al exponerlas públicamente en aquellos momentos convulsos.
 
Yo, que nací bastantes años después de finalizar la Guerra Civil, debo todas mis sabidurías sobre esa contienda fratricida a dos obras que llevan el mismo nombre: “La Guerra Civil Española”. La primera, escrita por el historiador inglés, Hugh Thomas, traducida y publicada por la mítica Editorial Ruedo Ibérico, y la segunda, el gran trabajo del conocido Hispanista inglés, Paul Preston. Por supuesto, también a algunos relatos de mis tíos que, aunque vivían en Francia cuando comenzó la contienda, fueron llamados a filas en 1936 y volvieron a España para defender la República. Sin embargo, hastiados de los desmanes anarquistas, desertaron del bando republicano y regresaron a Francia por los Pirineos medio año antes de que finalizase la guerra.
 
Hacía décadas que no iba a un cine de verdad. Pero, tras los elogiosos comentarios de algunos amigos de Facebook, tenía mucha curiosidad por ver con mis propios ojos ese filme y , la verdad sea dicha, no me decepcionó.
 
Dejando a un lado las licencias históricas de Aménabar (incluso la conocida frase “venceréis, pero no convenceréis” parece ser que no se ajusta exactamente a la realidad. Ni tampoco el grito de Millán-Astray: que fue realmente “¡Mueran los intelectuales traidores!” y no, como se le atribuye “¡Viva la muerte!), lo cierto es que la ambientación (exteriores e interiores) y la fotografía son soberbias. Todos los actores, a la cabeza Karra Elejalde, irreconocible en el papel de Unamuno (hasta ahora yo sólo recordaba haberle visto en papeles cómicos, como en “8 apellidos vascos” y en los anuncios de “La gula del Norte”), y Eduard Fernández, interpretando a Millán-Astray, están francamente sublimes. Aunque a mí el que menos me gustó fue Santi Prego, que da vida a Franco. Me pareció demasiado humano. Eso sí, la voz del futuro Generalísimo está muy conseguida.
 
Pero lo que verdaderamente me puso los vellos de punta fue el discurso de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, que he tomado prestado de Wikipedia y que comienza así:
 
“Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que se está diciendo. Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Había dicho que no quería hablar, porque me conozco. Pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de una guerra internacional en defensa de la civilización cristiana. Yo mismo lo he hecho otras veces. Pero ésta, la nuestra, es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de inquisición). Se ha hablado de catalanes y vascos, llamándoles la antiespaña. Pues bien, por la misma razón ellos pueden decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo [Plá y Deniel], catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer. Y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis. Ese sí es mi Imperio, el de la lengua española que no sabéis”
 
En ese momento, no pude evitar que las lágrimas fluyeran como un río por mis mejillas y continué así hasta el final de la película. Aunque no fui la única: a más de una espectadora le sucedió lo mismo que a mí. Por cierto, me llamó la atención que la mayor parte del público fuera mayor de 60 años y dos tercios de él, mujeres.

Aménabar nos muestra a un Unamuno desconocido, un intelectual lleno de dudas y contradicciones, muy humano. Un republicano católico que, desencantado de la política de la República, da su apoyo a Franco y que, reconociendo su equivocación, decide tener la valentía de pronunciar su famoso -y último- discurso en público para denunciar la brutal e indiscriminada represión por parte de la Falange y las tropas de Franco a señalados republicanos.
 
Conclusión: Una gran película que nadie, sea cual fuere su ideología, debiera perderse, y más, en los tiempos que corren.
Margarita Rey
 
 
 

RECUERDOS DE MI MANUEL


 
 

UNOS APUNTES: INSTITUTO BACHILLER SABUCO


Para mí, el Instituto, que en aquellos ya remotísimos tiempos, se llamaba de Enseñanza Media, es el único referente que ha quedado en pie del Albacete de mi adolescencia. Cuando retorné a esta ciudad, totalmente inadaptado por el brusco cambio de la alpina capital de Baviera (Alemania), Munich, a esta entretanto importante ciudad industrial, Albacete, me gustaba acercarme al Instituto, mirar los ventanales del segundo piso a la derecha, donde teníamos las clases de matemáticas y de latín, recorrer con los ojos toda la estructura del magnífico edificio y asomarme a la espléndida entrada, por donde entraban y salían los (las) jóvenes estudiantes, plenos de presente y pletóricos de futuro. Entonces me creía uno de ellos, en mi primera juventud. Veía mi pasado como un sueño fugaz.
 
El salón de actos del Instituto Bachiller Sabuco era para nosotros, los alumnos del montón, algo así como un lugar reservado a los dioses del Olimpo, lo mismo que la escalinata, presidida por un reloj de pared, que nos estaba vedada: nosotros teníamos que acceder al piso superior por las escaleras del “servicio”, que también conducían a los servicios. Los chicos por sus escaleras a la izquierda, según se entra en el edificio, y las chicas a la derecha – ¡Qué morbo emanaba de aquel lugar, al que sólo unos pocos osados se atrevían a asomarse! ¡Qué sorpresa cuando leímos una vez las pintadas y dibujos de las niñas en sus servicios!

Yo no me encuentro en Albacete. Por todas partes veo mi Albacete, el Albacete de la Era de la Jaula, detrás de la clínica del Rosario (que era un hospital para los militares de la Base de Los Llanos), allí donde ahora discurre la concurrida calle del arquitecto Vandelvira, allí por donde yo iba en mi bici a las Casas Baratas (hoy Fátima), a ver a una alumna, hermana de unos amigos y compañeros del Instituto, de la cual estaba enamorado platónicamente. Aquel era el Albacete, rodeado de campos de trigo y cebada, de huertas con balsas y algunas con piscinas. La hoy pequeña gran ciudad, en la que no me encuentro, tampoco encaja en los recuerdos que he cultivado durante décadas en la lejana Baviera. Y es que cometo un error: yo superpongo mi Albacete de entonces al Albacete de hoy, cuando en realidad lo que está superpuesto es el Albacete de aquí y ahora a aquel Albacete que ya no existe y por eso pertenece al mundo de los fantasmas, de los recuerdos. Pero el Instituto es una excepción. Aquí está nuestro instituto como diciendo: “no todo se ha perdido, aquí me tienes a mí que comprendo tu nostalgia”. “Lo único que me entristece un poco –añade- es el parque, nuestro, vuestro Parque, donde os escondíais para fumaros clases, entre ellas la temida de matemáticas”.
 
En efecto, así era. Pero el Parque, que era un auténtico bosque silvestre, un denso pinar, es ahora un jardín con muy poco arbolado y alguna cursilada que otra. Por allí nos sorprendía sigilosamente don Francisco Pérez, el mejor catedrático de matemáticas del Instituto, que nos reconducía como ovejas descarriadas a clase. Don Francisco Pérez era admirado y temido, pero quienes tuvimos la suerte de hacer amistad con él cuando estudiábamos la carrera, hallamos en él un pozo de sabiduría. Era un hombre renacentista, como también era un renacentista mi propio padre. Para mí, el Instituto no existe sin el recuerdo de don Francisco, que siempre fue mi gran referente cuando pensaba desde la lejanía en aquel edificio, a cuyas espaldas se desparramaban humildes, pero muy blancas casitas obreras, campesinas y gitanas. Cada vez que me encuentro en el Instituto regreso a la adolescencia con sus sueños y temores.
 
Mi consejo a los jóvenes estudiantes de hoy en esa institución: Vivid intensamente el presente, el aquí y ahora, para que vuestro futuro se vea enriquecido por el recuerdo, por la memoria, para que deis nueva vida a vuestro pasado, que es el único don que nos deja cronos, el tiempo, que devora a sus hijos.
 
Albacete, mayo 2005

Manuel Moral (✝ 24.04.2017)