viernes, 11 de febrero de 2011

Pincelada: A capa y espada


“Defender a capa y espada.” = Según la RAE (en sentido figurado): Patrocinar a alguien a todo trance. También: Defender denodadamente y con gran celo a alguien; proteger a una persona o cosa de manera enérgica (con fuerza y empeño) contra todos los ataques. Antiguamente, los caballeros luchaban con la espada en la mano derecha y envolvían su brazo izquierdo con la capa, tanto para evitar ser heridos como para esquivar con ese brazo liado más fácilmente los ataques del adversario. Pero la expresión se arraigó en el castellano en el llamado Siglo de Oro de nuestra Literatura (siglos XVI y XVII), época durante la cual se pusieron muy de moda este tipo de obras de teatro, en las que el “bueno” (generalmente, un noble joven y apuesto) defendía su honor y el de su amada (una bella y virtuosa dama) contra los “malos” quienes, persiguiendo algún fin oculto, no paraban de intrigar contra los protagonistas. Son obras divertidas, comedias de enredo, en las que los personajes principales (la dama, el caballero, la criada y el criado o “gracioso”) no paran de disfrazarse y en las que se suceden las situaciones equívocas y disparatadas, mezcladas con una buena dosis de intriga, de traiciones, de rivalidades cortesanas (e incluso, de amores prohibidos) para entretener al público. Los más grandes y más conocidos autores de este mal llamado “subgénero dramático del teatro clásico español” son Lope de Vega y Tirso de Molina, aunque, en un sentido más extenso, también se puede considerar a Cervantes como a uno de sus mayores exponentes. En el siglo XIX se vivió en toda Europa un nuevo renacimiento de este tipo de Literatura. De ese periodo, las obras que contaron y siguen contando con mayor éxito de público son la española “Don Juan Tenorio” (una adaptación de “El Burlador de Sevilla” de Tirso de Molina, que por tradición se sigue representando en los teatros españoles cada año en el día de Todos los Santos) y las francesas “Los tres mosqueteros” y “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas padre, de fama mundial por haber sido llevadas en innumerables ocasiones a la gran y a la pequeña pantalla.

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