Si en algo hemos conseguido desde hace tiempo la unión europea, es en los aseos o servicios en las autovías y autopistas. En las estaciones de ferrocarril, si hay suerte podemos encontrar servicios de pago, que relucen como el sol y huelen a agradables ambientadores. ¿No podríamos conseguir esto gratis si a “la hora de la pujante verdad” fuésemos un poco más pulcros y dejásemos el lugar como a nosotros nos gustaría encontrarlo? Pero ahí está el problema: a nuestro antecesor le importan tres cominos cómo hallar el lugar de sus apremiantes urgencias.
Hace tiempo escribí un artículo sobre el estado de los servicios en Alemania, Francia y España. Por todas partes el mismo desolador, por no decir asqueroso, panorama. El papel higiénico desenrollado y tirado por el suelo. Tuve que recurrir a un Kleenex de los que siempre llevo conmigo. No había tablilla para sentarse en el inodoro. Había que hacerlo directamente en la taza del váter, cosa a la que me niego rotundamente. Por supuesto, tampoco había cerrojo en la puerta, lo cual me obligaba a hacer equilibrios para mantenerla cerrada con el pie. Mis antecesores parecían ser de piñón fijo. Ninguno tiró de la cadena o activó el pulsador de la cisterna. Quizá querían perpetuarse así para la Historia. Tengo la sospecha de que esos individuos son los mismos que nunca ponen el intermitente para indicar a los conductores de atrás si quieren torcer a la derecha o a la izquierda.
Una cosa que llama la atención son las inscripciones y letreros pornográficos que cubren las paredes y puertas del “aseo”. Sería interesante hacer una recopilación de todo ese material gráfico, perteneciente a la cultura europea, para hacer un libro. He de decir que los mejores son los alemanes y los españoles. ¿Quién sería el candidato español a premio Nobel que escribió en la puerta de un servicio en Figueras?:
En este lugar sagrado,
Donde caga tanta gente,
Hace fuerzas el más cagado
Y se caga el más valiente.
Según me han comunicado mis espías femeninas, la situación no es mejor en los aseos para las mujeres. Me temo que aquí haría falta mucha labor docente en educación ciudadana a nivel europeo.
Hace tiempo escribí un artículo sobre el estado de los servicios en Alemania, Francia y España. Por todas partes el mismo desolador, por no decir asqueroso, panorama. El papel higiénico desenrollado y tirado por el suelo. Tuve que recurrir a un Kleenex de los que siempre llevo conmigo. No había tablilla para sentarse en el inodoro. Había que hacerlo directamente en la taza del váter, cosa a la que me niego rotundamente. Por supuesto, tampoco había cerrojo en la puerta, lo cual me obligaba a hacer equilibrios para mantenerla cerrada con el pie. Mis antecesores parecían ser de piñón fijo. Ninguno tiró de la cadena o activó el pulsador de la cisterna. Quizá querían perpetuarse así para la Historia. Tengo la sospecha de que esos individuos son los mismos que nunca ponen el intermitente para indicar a los conductores de atrás si quieren torcer a la derecha o a la izquierda.
Una cosa que llama la atención son las inscripciones y letreros pornográficos que cubren las paredes y puertas del “aseo”. Sería interesante hacer una recopilación de todo ese material gráfico, perteneciente a la cultura europea, para hacer un libro. He de decir que los mejores son los alemanes y los españoles. ¿Quién sería el candidato español a premio Nobel que escribió en la puerta de un servicio en Figueras?:
En este lugar sagrado,
Donde caga tanta gente,
Hace fuerzas el más cagado
Y se caga el más valiente.
Según me han comunicado mis espías femeninas, la situación no es mejor en los aseos para las mujeres. Me temo que aquí haría falta mucha labor docente en educación ciudadana a nivel europeo.
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