Veo en TVE 1 un espacio entretenido, en el que se muestra la publicidad desde los primeros años de la televisión española. Hay invitados que hacen observaciones. En un momento del espacio, el presentador habla de comidas y cita como ejemplo las hormigas tostadas, muy corrientes en Asia. Luego, el presentador se vuelve hacia uno de los invitados, entre otras cosas, antiguo corresponsal de guerra. Me dio una corazonada…Y en efecto, lo dijo. Dijo que él había comido sesos de mono vivo. Conozco la anécdota de un amigo español en Munich y desde entonces siento una aversión hacia los sesos. Ahorro al lector las circunstancias de la bestial especialidad gastronómica japonesa, para no herir su sensibilidad. Sólo diré que se trata de un menú inhumano, cruel e indigno de un pueblo civilizado. Espero que, entretanto, la Sociedad Protectora de Animales haya conseguido que el Gobierno nipón prohiba tal salvajada “culinaria”. ¿Es que somos todavía caníbales?
En la radiodifusión y televisión alemanas exista una ley que obliga a las emisoras a defender los valores de la democracia, la libertad de formación de opinión, de opinión y de expresión, así como el respeto a la verdad y a los valores culturales. Con frecuencia he constatado ya que tales fines no son respetados siempre por las televisiones españolas. Pero la TV pública ha de ser medida con un rasero más exigente.
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