Nos acaba de visitar la señora Angela Merkel, la canciller federal alemana. Como es fácil de entender su visita no ha sido echar un cable al presidente del Gobierno español, José Luis Zapatero, cuyo grado de popularidad está por los suelos. Frau Merkel reconoce a Zapatero qué éste haya adoptado necesaria medidas impopulares y en contra del proyecto de su propio partido socialista, el PSOE. Además, Zapatero tiene una oposición enfrente, la antigua y moderna derecha española, que no ha querido comprender cuál es exactamente su función. En primer lugar, como es lógico, derribar al gobierno y alzarse después con la mayoría absoluta. Pero, en un país democrático, la oposición forma piña con el gobierno para luchar contra cualquier peligro para la Nación. Del PP sólo se oye NO a cualquier iniciativa del PSOE. Pero España ha estado seriamente en peligro.
La visita de Frau Merkel ha puesto de manifiesto que el peligro ha pasado, que Alemania vuelve a confiar en España y que España, con un gran peso específico en la Unión Europea, ha dejado de ser un peligro para el euro y para toda la UE. Pero la canciller alemana también pide de España ulteriores reformas. Quizá la más importante sea que los españoles no gasten más de lo que reciben, es decir, no vivan por encima de sus recursos. Menos puentes y más días trabajados. Alemania, que ha remontado la crisis, es un buen ejemplo. Por lo demás, entretanto ya están acudiendo a la Embajada alemana los primeros candidatos supercualificados para trabajar en Alemania. Son técnicos e informáticos. Condición: saber alemán y, en su defecto, hablar inglés. ¿Fuga de cerebros? Pero ¿qué hacen los “cerebros” sin trabajo? Aquí hace falta también una profunda reforma, incluyendo a los médicos especializados.
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