Después de los tunecinos, millones de egipcios han mandado a paseo a su dictador, Mubarak, que ahora estará en el exilio, como su colega tunecino, libres para disfrutar los billones de euros robados a sus países y a buen recaudo en bancos suizos, entre otros paraísos de finanzas. El Ejército egipcio ha asumido la dirección del país hasta que se celebren las prometidas elecciones de septiembre. Como una mancha de aceite, la ola revolucionaria se está extendiendo por la región. Ahora es Argelia, donde la gente se ha echado a la calle para protestar contra la dictadura militar, establecida desde el golpe de estado de enero de 1992 para impedir que asumieran el poder legítimamente, por desgracia, los fundamentalistas islámicos, que habían ganado las elecciones. “Si las barbas de tu vecino ves rapar…”, así están pensando los fundamentalistas en Irán. El presidente de la República iraní y jefe de gobierno Mahmud Ahmadineyad, ofreció a las masas egipcias, que pedían que se marchara Mubarak, que estableciesen un régimen teocrático como en Irán. Pero en el momento en que cayó el dictador egipcio y las masas pedían libertad, la criatura de los muláhs de Teherán, pensó que era mejor que el pueblo iraní no se enterara y prohibió toda información sobre Egipto. Ya veremos lo que pasa en Argelia, donde los fundamentalistas (prohibidos) son fuertes. Y otro que tendrá que poner su barba en remojo es Mohamed VI, que tan buenos servicios rinde a EE UU y a Europa. El monarca alauita mantiene a raya a los islamistas, aunque también se registran algunos atentados en Rabat. Por último, Israel observa con atención los acontecimientos. El Estado judío baila desde su fundación sobre un volcán.
Se comprende que la situación preocupe en máximo grado a EE UU y ala Unión Europea, (especialmente a España) por motivos geopolíticos y, sobre todo, energéticos (petróleo, gas). Occidente desea la paz y la democracia en una zona tan sensible. Mientras no nos salga el tiro por la culata…
Se comprende que la situación preocupe en máximo grado a EE UU y ala Unión Europea, (especialmente a España) por motivos geopolíticos y, sobre todo, energéticos (petróleo, gas). Occidente desea la paz y la democracia en una zona tan sensible. Mientras no nos salga el tiro por la culata…
No hay comentarios:
Publicar un comentario