Se ha extendido la polémica en torno a la entradilla de Luís Suárez al capítulo de Franco para el diccionario biográfico de la RAH (50 tomos, 6 millones de euros). Suárez es el presidente de la hermandad del Valle de los Caídos y persona estrechamente relacionada con la Fundación Francisco Franco. Si el director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, hubiese previsto la que se iba a armar, habría elegido otro autor más neutral. Suárez llama a Franco Caudillo o Generalísimo, denomina a la guerra civil “cruzada” y silencia la dura represión durante la posguerra.
La izquierda tiene razón al estar indignada. La entrada (hay otras que también merecen disensión) está escrita en puro lenguaje franquista. La pregunta es qué se va a hacer con tan monumental obra y si dimitirá el director de la Academia, Anes. A lo mejor me equivoco, pero yo creo que ocurrirá poca cosa, aparte de las críticas recibidas.
El error que se comente en la izquierda (minoritaria en España) es olvidar que Franco no fue derrotado por las armas, sino que murió en su cama. También olvidamos que el franquismo no se disolvió, sino que mutó a la democracia, entendida a su manera. Se olvida también que sin Franco no tendríamos a un rey Juan Carlos y no habría una monarquía constitucional.
Recientemente, tres libreros catalanes especializados en literatura y símbolos nazis, fascistas y falangistas, fueron absueltos. El tribunal se basó en la Constitución en la cual se asienta el principio de la libertad de expresión, que disfrutan también los extremistas, siempre que no haya violencia. Desgraciadamente, para los que nos indignamos, el texto de Luís Suárez está amparado por la constitución. Todo español es libre de expresar su opinión, siempre que no llame a acciones violentas ni glorifique a los terroristas.
Lo único que puede hacer la izquierda es protestar y no comprar el diccionario ni leerlo en la biblioteca, a no ser que esté preparando una obra sobre la democracia pactada en España.
La izquierda tiene razón al estar indignada. La entrada (hay otras que también merecen disensión) está escrita en puro lenguaje franquista. La pregunta es qué se va a hacer con tan monumental obra y si dimitirá el director de la Academia, Anes. A lo mejor me equivoco, pero yo creo que ocurrirá poca cosa, aparte de las críticas recibidas.
El error que se comente en la izquierda (minoritaria en España) es olvidar que Franco no fue derrotado por las armas, sino que murió en su cama. También olvidamos que el franquismo no se disolvió, sino que mutó a la democracia, entendida a su manera. Se olvida también que sin Franco no tendríamos a un rey Juan Carlos y no habría una monarquía constitucional.
Recientemente, tres libreros catalanes especializados en literatura y símbolos nazis, fascistas y falangistas, fueron absueltos. El tribunal se basó en la Constitución en la cual se asienta el principio de la libertad de expresión, que disfrutan también los extremistas, siempre que no haya violencia. Desgraciadamente, para los que nos indignamos, el texto de Luís Suárez está amparado por la constitución. Todo español es libre de expresar su opinión, siempre que no llame a acciones violentas ni glorifique a los terroristas.
Lo único que puede hacer la izquierda es protestar y no comprar el diccionario ni leerlo en la biblioteca, a no ser que esté preparando una obra sobre la democracia pactada en España.
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