El movimiento del 15-M ya tiene más de un mes de vida. Los “Indignados” están celebrando manifestaciones multitudinarias en Madrid y en otras ciudades españolas. Son pacíficos y, hasta ahora, son respetuosos con la Constitución. En un movimiento de masas siempre pueden infiltrarse grupúsculos radicales, amparándose en los pacíficos para cometer sus gamberradas políticas, como en Barcelona. No puede tampoco culparse a la policía, que sólo cumple con su deber y no puede distinguir si la pedrada viene de un “pacífico” o de un violento.
Decenas de millares de personas que persiguen los mismos fines, merecen un respeto. Los objetivos de los Indignados, a los que se han sumado otras iniciativas ciudadanas, son en primer lugar la lucha contra la crisis y contra los que la causaron y que hemos de pagar todos ahora. Que se investiguen a fondo a los bancos y banqueros españoles e internacionales. No a la corrupción y a los políticos corruptos. Luchar contra la injusticia de que haya millones sin techo, mientras unos pocos viven con lujos excesivos. Son sólo unos pocos puntos de un largo catálogo, pero con los que se podría conformar un nuevo partido político, que no haría la vida fácil a los partidos ya asentados.
Los del 15-M tendrán que elaborar en mítines, asambleas e incluso congresos, su programa, si no quieren desaparecer como aparecieron. Las “democracias asamblearias” tienen un gran inconveniente: en ellas medran los más radicales, los menos demócratas y los demagogos.
Tal vez la democracia española necesite un tercer partido de peso para acabar con el bipartidismo. No se puede señalar como ejemplo a IU, que es una secta y un factor que no pocas veces ha apoyado a la derecha. Ahora lo ha hecho en Extremadura.
Decenas de millares de personas que persiguen los mismos fines, merecen un respeto. Los objetivos de los Indignados, a los que se han sumado otras iniciativas ciudadanas, son en primer lugar la lucha contra la crisis y contra los que la causaron y que hemos de pagar todos ahora. Que se investiguen a fondo a los bancos y banqueros españoles e internacionales. No a la corrupción y a los políticos corruptos. Luchar contra la injusticia de que haya millones sin techo, mientras unos pocos viven con lujos excesivos. Son sólo unos pocos puntos de un largo catálogo, pero con los que se podría conformar un nuevo partido político, que no haría la vida fácil a los partidos ya asentados.
Los del 15-M tendrán que elaborar en mítines, asambleas e incluso congresos, su programa, si no quieren desaparecer como aparecieron. Las “democracias asamblearias” tienen un gran inconveniente: en ellas medran los más radicales, los menos demócratas y los demagogos.
Tal vez la democracia española necesite un tercer partido de peso para acabar con el bipartidismo. No se puede señalar como ejemplo a IU, que es una secta y un factor que no pocas veces ha apoyado a la derecha. Ahora lo ha hecho en Extremadura.
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