Acabamos de inaugurar un nuevo verano con unas temperaturas más que estivales que, en algunos puntos de la península, se podrían incluso calificar de “tórridas”.
Por asociación de ideas, me ha venido a la mente el nombre del científico considerado como inventor del precursor del termómetro, ese instrumento de medición de temperatura formado por las párticulas griegas “termo” = caliente y “metro” = medir. Me estoy refiriendo a Galileo Galilei, el célebre astrónomo y físico italiano. El mismo al que se asigna la autoría de la celebre frase “e pur si muove”, pronunciada supuestamente después de abjurar ante el Tribunal de la Santa Inquisición de su teoría, según la cual la tierra giraba alrededor del sol. Pues bien, Galilei construyó, según parece, a finales del siglo XVI, un instrumento que registraba las variaciones de la temperatura ambiental de forma muy primitiva, por medio de un tubo de vidrio abierto por arriba, con unas bolas de cristal que flotaban en un líquido (generalmente, alcohol o alguna mezcla alcohólica) y que, según se desplazasen dentro de él, indicaban la temperatura. Sin embargo, el primero en ponerle una escala para registrar los grados de calor corporal para uso sanitario fue en 1612 un médico veneciano, Santore Santorio. A ese galeno italiano se le atribuye también el diseño del primer termómetro clínico. Por aquel entonces ya se sabía que la temperatura corporal sufría alteraciones al contraer el ser humano alguna enfermedad.
En 1714, Gabriel Fahrenheit remplazó el alcohol por el mercurio e ideó una unidad de temperatura, tanto para medir el calor del cuerpo humano como la temperatura exterior (frío o calor), conocida como grado Fahrenheit, que fue adoptada en el mundo anglosajón y que, todavía hoy, se sigue utilizando en Estados Unidos. Los grados centígrados o “Celsius”, usados habitualmente por la mayor parte de países, deben su nombre al físico sueco Anders Celsius, considerado el inventor (o, quizás deberíamos llamarle “unificador”) de la escala centesimal del termómetro, que iba de 0 a 100 centígrados, siendo 100 ° el punto de congelación y 0° punto de ebullición (hervor). Tres años después, otro sueco, Carlos von Linnio, invertiría la escala, que quedaría tal y como la conocemos ahora, o sea: 0° punto de congelación del agua y 100° punto de ebullición del agua. Hasta finales del siglo XVIII se utilizaba para ese medidor de temperatura el nombre de “termómetro sueco" y tan sólo a partir del siglo XIX se popularizó el nombre de "termómetro Celsius".
Desde su invención, el termómetro ha evolucionado mucho, especialmente con el desarrollo de los termómetros digitales. El 15.11.2006 el Parlamento Europeo aprobó la prohibición de los termómetros de mercurio en toda la UE debido a su efecto contaminante. Dicha ley entró en vigor en España en julio de 2007.
Margarita Rey
Por asociación de ideas, me ha venido a la mente el nombre del científico considerado como inventor del precursor del termómetro, ese instrumento de medición de temperatura formado por las párticulas griegas “termo” = caliente y “metro” = medir. Me estoy refiriendo a Galileo Galilei, el célebre astrónomo y físico italiano. El mismo al que se asigna la autoría de la celebre frase “e pur si muove”, pronunciada supuestamente después de abjurar ante el Tribunal de la Santa Inquisición de su teoría, según la cual la tierra giraba alrededor del sol. Pues bien, Galilei construyó, según parece, a finales del siglo XVI, un instrumento que registraba las variaciones de la temperatura ambiental de forma muy primitiva, por medio de un tubo de vidrio abierto por arriba, con unas bolas de cristal que flotaban en un líquido (generalmente, alcohol o alguna mezcla alcohólica) y que, según se desplazasen dentro de él, indicaban la temperatura. Sin embargo, el primero en ponerle una escala para registrar los grados de calor corporal para uso sanitario fue en 1612 un médico veneciano, Santore Santorio. A ese galeno italiano se le atribuye también el diseño del primer termómetro clínico. Por aquel entonces ya se sabía que la temperatura corporal sufría alteraciones al contraer el ser humano alguna enfermedad.
En 1714, Gabriel Fahrenheit remplazó el alcohol por el mercurio e ideó una unidad de temperatura, tanto para medir el calor del cuerpo humano como la temperatura exterior (frío o calor), conocida como grado Fahrenheit, que fue adoptada en el mundo anglosajón y que, todavía hoy, se sigue utilizando en Estados Unidos. Los grados centígrados o “Celsius”, usados habitualmente por la mayor parte de países, deben su nombre al físico sueco Anders Celsius, considerado el inventor (o, quizás deberíamos llamarle “unificador”) de la escala centesimal del termómetro, que iba de 0 a 100 centígrados, siendo 100 ° el punto de congelación y 0° punto de ebullición (hervor). Tres años después, otro sueco, Carlos von Linnio, invertiría la escala, que quedaría tal y como la conocemos ahora, o sea: 0° punto de congelación del agua y 100° punto de ebullición del agua. Hasta finales del siglo XVIII se utilizaba para ese medidor de temperatura el nombre de “termómetro sueco" y tan sólo a partir del siglo XIX se popularizó el nombre de "termómetro Celsius".
Desde su invención, el termómetro ha evolucionado mucho, especialmente con el desarrollo de los termómetros digitales. El 15.11.2006 el Parlamento Europeo aprobó la prohibición de los termómetros de mercurio en toda la UE debido a su efecto contaminante. Dicha ley entró en vigor en España en julio de 2007.
Margarita Rey
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