Estamos en primavera. Lo notamos porque hace bastante mal tiempo en casi toda España, incluso en esta Costa Blanca, que es la reserva de sol español. Pero por estos parajes, la cosa no es grave. A lo sumo dos días de nublos, llovizna y viento y de nuevo brilla el sol que da su habitual color azul al mar y empuja los termómetros por encima de los 25 grados. Los nórdicos lo tienen más crudo. Por aquellos lares nunca se sabe cuándo va a llover o hacer sol. Por eso, los que aún pueden, hacen la maleta o la mochila y se vienen para acá, preferentemente desde la Costa Brava hasta la Costa del Sol, que, a decir verdad, poco ha brillado, en este invierno tan extraño que acabamos de pasar.
El turismo es la más importante fuente de ingresos que tenemos. Esperemos que no la fastidien los trabajadores de AENA. Eso que los servicios públicos podrían ser rentables, sin necesidad de privatizarlos, si el Estado fuese más severo en su buen funcionamiento. Funcionamiento viene de funcionario y aquí haría falta una mano un poco más dura, como es usual en las empresas privadas. En Alemania se paga ahora al funcionario según su rendimiento.
Primavera, en la que llueven las bombas sobre un Gadafi escondido. Es la guerra más rara que conocemos. Primero se habló en la ONU de “exclusión aérea”, para que el sátrapa libio no pueda masacrar con sus aviones a la propia población. Una vez aprobada la resolución, apoyada por la Liga Árabe, los primeros que empezaron a tirar bombas, fueron los franceses. Ahora oímos desde la ONU que el fin de la intervención de la OTAN no es ni matar ni derrocar a Gadafi. Aquí se ve la mano de la Liga Árabe. El oído de Occidente para lo que se dice en Arabia es muy fino. Con Gadafi, desde aquí, se podían hacer buenos negocios, desde la compra de petróleo a la venta de armamento, el mismo que utiliza el tirano libio contra su pueblo.
El turismo es la más importante fuente de ingresos que tenemos. Esperemos que no la fastidien los trabajadores de AENA. Eso que los servicios públicos podrían ser rentables, sin necesidad de privatizarlos, si el Estado fuese más severo en su buen funcionamiento. Funcionamiento viene de funcionario y aquí haría falta una mano un poco más dura, como es usual en las empresas privadas. En Alemania se paga ahora al funcionario según su rendimiento.
Primavera, en la que llueven las bombas sobre un Gadafi escondido. Es la guerra más rara que conocemos. Primero se habló en la ONU de “exclusión aérea”, para que el sátrapa libio no pueda masacrar con sus aviones a la propia población. Una vez aprobada la resolución, apoyada por la Liga Árabe, los primeros que empezaron a tirar bombas, fueron los franceses. Ahora oímos desde la ONU que el fin de la intervención de la OTAN no es ni matar ni derrocar a Gadafi. Aquí se ve la mano de la Liga Árabe. El oído de Occidente para lo que se dice en Arabia es muy fino. Con Gadafi, desde aquí, se podían hacer buenos negocios, desde la compra de petróleo a la venta de armamento, el mismo que utiliza el tirano libio contra su pueblo.
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