Estaba viendo en la tele alemana un documental sobre el París de los impresionistas cuando, de repente, al fondo, apareció una reliquia del pasado, lo que los franceses denominan una “vespasiana”. Se trata de un urinario público para hombres, ubicado sobre las aceras, en jardines o en parques, donde una garita de hierro forjado de estilo modernista, parecido a un biombo metálico, preserva la intimidad de aquel que siente la necesidad repentina de aligerar su vejiga. Entretanto, esas antiguallas son piezas de museo y han sido sustituidas por las “Sanisettes”, unisex, de pago (con monedas) y adaptadas también para “hacer aguas mayores”. Eso sí, hay que darse prisa al utilizarlas, ya que, al cabo de cierto tiempo, se pone en movimiento un dispositivo de limpieza, con jabón líquido y lejía, que le deja a uno convertido en una sopa y con la ropa descolorida en menos de que canta un gallo. Pero, a lo que iba. Una idea trae la otra y lo de la vespasiana me hizo recordar aquello de pecunia non olet, sentencia atribuida al emperador Vespasiano cuando su hijo Tito, uno de los futuros emperadores de Roma, le echó en cara a su padre el haber establecido un impuesto sobre las letrinas. A lo que Vespasiano supuestamente le lanzó a la cara la célebre frasecita, que traducida quiere decir ni más ni menos que “el dinero no huele”. Más tarde, buscando citas en la red, me encontré con un “antiguo amigo”, olvidado desde décadas. Me estoy refiriendo a una frase, a un “latinajo” de mi juventud, que se había escabullido de mi memoria. Se trata de la expresión: lucri bonus est odor ex se qualibet que significa: “el olor de la ganancia (del lucro) es bueno de cualquier parte que proceda”. Su autor: el escritor y poeta romano Decimo Junio Juvenal (60- 128 d.C.), quien en su obra “Sátiras”, con el cinismo vitriólico que le caracterizaba, no dejaba títere con cabeza en el Imperio. Y esto, a su vez, me hizo comprender que los tiempos no cambian. Mientras que a la mayor parte de los ciudadanos se les deniega un crédito, los Bancos no le hacen ascos a dineros de oscura procedencia (la Prensa ha aireado en repetidas ocasiones que las ganancias del narcotráfico se blanquean sin demasiadas preguntas en entidades bancarias de renombre). Pero lo peor es que los mismos países que ahora se rasgan las vestiduras ante las revoluciones populares en Oriente Medio, han sido los mismos que, hasta anteayer, han estado suministrando armamento a esos dictadores sátrapas que han subyugado y mantenido indignamente al pueblo en la pobreza, mientras ellos se enriquecían gracias a sus riquezas naturales, vendidas al mejor postor. Y eso me lleva también a un recuerdo muy doloroso. Fue precisamente un conocido sindicalista alemán ya fallecido, quien, cuando compañeros españoles antifranquistas le recriminaron que una conocida empresa alemana estuviese suministrando tanques y otro armamento pesado al gobierno del dictador, les contestó que los puestos de trabajo eran lo más importante y que, si Alemania no vendía armamento a Franco, sería cualquier otro país el que se llevaría el gato al agua. Con lo cual, volvemos a los latinajos pecunia non olet y lucri bonus est odor ex se qualibet, objeto de esta glosa.
Margarita Rey Suñé
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