“Darse ínfulas” (también: “tener muchas ínfulas”). = Según el DRAE: “Presunción o vanidad”. Se utiliza también (siempre en plural) para definir a una persona engreída, fatua e imbuida de sí misma. La frase también equivale a “tener muchos humos” y a “darse aires de grandeza”. En conclusión, se dice que alguien “tiene ínfulas” cuando esa persona adopta aires de superioridad frente a los demás o si se atribuye a sí misma más importancia de la que en realidad le corresponde o si alardea o se jacta de cualidades que no tiene. Generalmente, tiene una connotación negativa. Por ejemplo: “Ese pobre diablo (pobre infeliz) se da ínfulas de grandeza." Sin embargo, en la primera edición del “Diccionario de Autoridades” que se publicó en el siglo XVIII y que fue, en realidad, el primer lexicón editado por la Real Academia, esta misma expresión tenía un significado muy distinto. Con ella se daban a entender las esperanzas fundadas que alguien tenía de conseguir algún cargo importante o algún tipo de prerrogativa.
Pero, ¿de dónde procede la palabra “ínfulas”? Como tantas veces se trata de una definición derivada del vocablo latín infula (plural: infulae). Antiguamente se llamaban ínfulas a unas tiras de lana o de seda de las que pendían dos cintas Las ínfulas eran usadas por altos mandatarios, sumos sacerdotes de Apolo y Diana, así como por algunas vestales, quienes las enrollaban alrededor de la cabeza como distintivo de su alta alcurnia o dignidad. Con esas mismas tiras, que parecían vendas anchas y podían ser blancas o de color rojo púrpura, se engalanaba también a los animales que iban ser ofrecidos en sacrificio a los dioses. Como más ínfulas se le colocaban a la víctima, más importante era la ofrenda y, por consiguiente, mayor prestigio tenía su dueño. Más tarde, la palabra ínfula se emplearía para denominar a cada una de las dos cintas que colgaban de la mitra episcopal y que, según estuviesen confeccionadas y ornamentadas más o menos ricamente, reflejaban la mayor o menor importancia del obispado. Con el paso de los años las ínfulas han ido evolucionando. Así, actualmente las ínfulas no cuelgan lateralmente sino que descienden por la espalda partiendo de la parte posterior de la mitra. Además, en vez de la riqueza y ostentación que las caracterizaron hasta la Edad Media, ahora las ínfulas suelen llevar como único ornamento una sencilla cruz y el emblema del obispo.
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