sábado, 19 de marzo de 2011

Pincelada: El cuplé

“Ser de los tiempos del cuplé”. = “Del año de Maricastaña” o “más viejo que la tos”. Wikipedia lo define así: “El “cuplé” es un estilo musical, ligero y popular, que a veces puede resultar algo grosero y picante. La palabra viene del francés couplet. La ortografía couplet se mantuvo en España durante todo el primer cuarto del siglo XX, hasta que se adoptó la hispanización de cuplé”. Estamos pues hablando de una modalidad musical, que consiguió una gran popularidad en España y que se distinguía por el doble sentido de sus letras, de alto contenido erótico, por lo que a este género se le conoce también como “cuplé sicalíptico”. Consuelo Portela, más conocida como “la Bella Chelito” puso de moda uno de los cuplés sicalípticos más emblemáticos: “La pulga”, cuya letra era más bien trivial y nada escabrosa. Lo más importante era la puesta en escena de la cancioncilla. “La Bella Chelito” conseguía levantar al público de sus asientos por su especial interpretación: la forma sensual con la que se movía sobre el escenario. Mientras buscaba la pulga, que supuestamente se había introducido en algún pliegue de su vestido, “la Bella Chelito”, se iba desprendiendo poco a poco de algunas prendas de su vestimenta, ya de por sí transparente. Imagínense la reacción de los varones reprimidos de la época, que abarrotaban el teatro, ante tan impúdico numerito. El éxito fue tal que todos los empresarios se lo exigían a las artistas que contrataban, por lo que pronto surgieron en los escenarios un sinfín de malas copias de “La Pulga”.

Las letras de los cuplés se movían entre lo atrevido y lo desvergonzado; entre el erotismo y la obscenidad, dependiendo de quién fuese su intérprete y a qué clase de público iban dirigidas las creaciones. Eso sí, para que el éxito fuese rotundo, el cuplé tenía que ser representado por una mujer bella y sensual, ya que toda la función se basaba más en el lucimiento del cuerpo de la cupletista que en sus dotes como cantante.

Además de “La Bella Chelito”, hubo otras artistas que llegaron a superarla en fama, algunas de las cuales tenían incluso una bonita voz, como Consuelo Bello, “La Fornarina”. Aunque, sin duda alguna, la más conocida fue Raquel Meller, más parecida a lo que hoy conocemos como “tonadillera” que a una cupletista, dado que sus canciones hablaban más de amor y tenían mucha menos picardía que los antiguos cuplés. Raquel Meller actuó en los mejores Music Halls del mundo y se dice que su caché llegó incluso a superar al de Carlos Gardel. Sus mayores éxitos los consiguió con dos canciones que han conseguido sobrevivirla: “La violetera” y “El relicario” (esta última sigue aún hoy formando parte del repertorio de toda tonadillera que se precie). Pero fue una bella manchega, Sara Montiel, la que en 1957 consiguió de nuevo popularizar el cuplé en toda España con la película “El último cuplé”. Una especie de fiebre atacó a generaciones de jóvenes y no tan jóvenes que durante casi dos años hicieron largas colas ante los cines de estreno en Madrid y Barcelona para poder ver el filme. Por los patios de luces se oían las versiones más o menos logradas que cantaban las sirvientas mientras desempeñaban las tareas domésticas. Aunque Sara Montiel había conseguido hacerse un nombre en Hollywood, en nuestro país se convirtió en gran estrella a partir de “El último cuplé”, que –para bien o para mal– marcó un antes y un después en su carrera.

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