viernes, 1 de abril de 2011

Pincelada: El barómetro


Llevamos una temporada de inestabilidades atmosféricas. La primavera se viene, la primavera se va. Unos días hace un viento que nos vuelca y, en otros, la lluvia nos anega. En este momento, al menos en la Costa Blanca, el termómetro no para de subir y estamos viviendo un calor impropio de la estación. Mientras, el barómetro parece haberse vuelto loco. Lo que nos lleva a hablar de este instrumento de precisión que, debido a las constantes oscilaciones atmosféricas en nuestro país (¿será el cambio climático?) más de una vez parece haberse vuelto de repente borracho.

Según AstroMía: “Un barómetro es un instrumento que sirve para medir la presión atmosférica, esto es, el peso de la columna de aire por unidad de superficie ejercida por la atmósfera. La forma más habitual es observar la altura de una columna de líquido cuyo peso compense el peso de la atmósfera. El más conocido es el barómetro de mercurio, inventado por Torricelli en 1643……..”Existen también barómetros metálicos, llamados barómetros aneroides o de Vidi, que están constituidos por una caja metálica en la cual se ha hecho el vacío parcial….”.


Antiguamente, se utilizaban ranas para pronosticar el estado del tiempo. La ranita de San Antonio (Hyla arborea) ha sido desde siempre una de ellas. Debido a su canto, que depende de la humedad ambiental, estos batracios croan como locos cuando sienten acercarse la lluvia, por lo que se les considera un medidor natural del tiempo. Así, antiguamente fueron usadas por los campesinos como barómetro biológico. En Alemania, en otras épocas, se metía tradicionalmente una rana en un frasco con una pequeña escalera dentro. Si la rana se quedaba en el fondo del frasco, el tiempo estaba empeorando y, si ésta trepaba la escalera, el tiempo iba pronto a mejorar. En mi juventud se vendían unos barómetros caseros que consistían en un baldosín con la imagen de un burrito de cerámica. Su cola era un pedazo de cordel. La sabiduría popular decía que la cola seca indicaba buen tiempo; la cola mojada, lluvia y, si ésta estaba muy fría, nieve. Desde hace muchos años, en casa tenemos la versión alemana del burrito: una casita de cristal con una ranita sonriente, vestida con el traje típico bávaro. La ranita se encuentra en el último peldaño de una miniescalera. Si se queda abajo, eso señala mal tiempo, pero, a medida que la ranita asciende por la escalerilla, indica que el tiempo se va a poner cada día mejor. No tengo ni idea si este artilugio, más bien casero, tiene alguna base científica, pero, aparte de decorar el lugar donde está colocado, hasta ahora no se ha equivocado casi nunca en sus predicciones.

De un tiempo a esta parte, se ha extendido el uso de la palabra “barómetro” como comprobador de tendencias. Entre los más importantes cabe nombrar: “el Barómetro sanitario” (un estudio anual de la opinión de la población española sobre el Sistema Sanitario de nuestro país que hace el Ministerio de Sanidad y Política Sociales, en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas); “el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros” (un informe cuatrimestral de la Federación de Gremios de Editores de España, con la colaboración de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura); “el Barómetro OMT del Turismo Mundial”, confeccionado por la Organización Mundial del Turismo (OMT), que se publica tres veces al año y que hace un seguimiento regular de las tendencias del turismo mundial. Aunque, sin duda alguna, el más conocido de entre todos ellos es el “Barómetro del CIS”, un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre asuntos candentes de interés público. Pero su tema central gira en torno a la intención de voto de los españoles. Este estudio se realiza cada tres meses, y, una vez desglosado, se entrega al Congreso de los Diputados, lo que le hace particularmente temido (¿y odiado?) por no pocos apparatchiks de la casta política que supuestamente nos representa.

M. Rey Suñé

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