lunes, 4 de julio de 2011

Tema de hoy: „¿200 años?“



Según leí alguna vez en una revista, algunos científicos opinaban que genéticamente el ser humano estaba “construido” para vivir hasta los 200 años. Pero la Naturaleza siempre está vigilante para que una especie no crezca hasta el infinito. La Naturaleza nos envía catástrofes naturales (volcanes, terremotos, tsunamis), enfermedades letales, que no tienen curación, guerras y hambrunas. No obstante, ello no ha impedido que en 2008 viviesen en el mundo 6.706.992.932 seres humanos, cuyo número sigue creciendo.

La ciencia puede, sin duda, ya en este siglo o en el siguiente hallar una vacuna contra el cáncer y contra el alzheimer, las dos enfermedades más temidas. Pero la Naturaleza creará otras enfermedades letales aún desconocidas (¿en 1960, quién había oído hablar del sida?) y la ciencia seguirá trabajando para encontrar antídotos. Si el humano llegara a los 200 años, tendría que producirse una enorme transformación de la asistencia social, las jubilaciones y, sobre todo, de la política. Ya hoy es mayor el número de personas de la tercera edad que el de los jóvenes. Si el Estado estableciera los 167 años como edad de la jubilación, ¿qué hacer con el creciente número de parados juveniles? Habría jóvenes de 30 y 40 años viviendo con sus ancianos padres. Aumentaría el número de familias monoparentales, y, en otro orden de ideas, de la delincuencia.

España podría realmente alcanzar la cifra de los 300 millones de habitantes en el curso del próximo milenio. Si con su población actual de casi 40 millones de personas no es capaz de solucionar el problema de los 5 millones de parados y 8 millones de pobres, algunos sin techo, ¿cómo iba nuestro país a suprimir el paro? Lo mismo ocurriría en otros países, incluso más ricos que España. A partir del cuarto milenio, la Humanidad podría haber desterrado las guerras y todos los estados del planeta podrían haberse organizado en una Confederación Mundial de Estados Unidos. Esto con independencia de si el ser humano llega a los 200 años. Todos tendríamos que vivir muchísimo más apretados que los japoneses.

Son sueños de científicos. Pero ya sabemos que los sueños de los científicos pueden ser muy peligrosos: véase la energía nuclear. Como decía Goya: “El sueño de la razón engendra monstruos”. No queramos ser los dinosaurios del futuro. Desaparecieron porque estorbaban al desarrollo de otras especies, entre ellas la del ser humano.

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