martes, 5 de julio de 2011

Pincelada: ¡Viva el despilfarro! (2)


Ayer les comentaba el despilfarro que ha supuesto el querer implantar una muy costosa red de ferrocarriles de alta velocidad (AVE) con la intención de cruzar toda nuestra geografía, en detrimento de las excelentes comunicaciones ya existentes y que ahora han sido en su mayor parte recortadas, dejando a algunos importantes nudos de conexión totalmente descolgados del sistema ferroviario. Ese ha sido el caso del tramo Albacete-Valencia que se ha visto privado de una gran parte de sus enlaces. Debido a la nueva línea de AVE Madrid-Valencia, que transcurre ahora por Cuenca, han sido simplemente suprimidos modernos trenes con el Levante (Altaria, Alaris), que funcionaban a las mil maravillas. Teniendo en cuenta la escasa importancia de Cuenca en el mundo empresarial, parece que aquí hay otro caso más de innecesario “regalo” con fines claramente electoralistas. Y si nos ponemos a elucubrar, ¿podría ser éste uno de los motivos de la reelección del alcalde de Cuenca, Francisco Javier Pulido, uno de los pocos ediles del PSOE en poder defender con éxito su feudo?

Pero el derroche empezó hace muchos años con la entrada de España en la UE (entonces CEE) y el acceso a los fondos de cohesión. Por aquel entonces, nuestro país formaba parte del furgón de cola europeo en lo que a infraestructuras y transportes se refiere. Con ese afán nuestro de querer aparentar más de lo que en realidad somos, nos embarcamos en la aventura de construir una red de autovías que no tiene parangón en ningún país de Europa. Basta circular por Francia, Alemania o Italia para darse cuenta que ninguno de esos países tiene un trazado de carreteras de primerísimo categoría y, además gratuito, semejante al nuestro. Y eso no lo hicimos con dinero nuestro sino gracias a los susodichos fondos de cohesión de la CEE, que, en honor de la verdad, también se hubiesen podido utilizar para otros fines en beneficio de un mayor número de ciudadanos españoles, en lugar de enriquecer todavía más a unas pocas empresas de la construcción que no quiero aquí nombrar.

Al principio todo fueron alegrías. La construcción de carreteras dio durante mucho tiempo trabajo a gran número de obreros sin cualificación, pero también fue el causante de que muchos jóvenes se dejasen deslumbrar por ese nuevo El Dorado y abandonasen antes de tiempo sus estudios. El resultado, aparte del daño irreparable que su construcción ha causado al medio ambiente (flora y fauna) y el crecimiento hasta límites insospechados del tráfico por carretera, con todo lo que ello conlleva, lo están viviendo esos hombres ahora en sus propias carnes. En todo caso, no es ningún secreto que esa miope política nos ha llevado a una total dependencia del mercado de la construcción y también al de los carburantes y sus cada vez más frecuentes fluctuaciones. Al final, los que pagan los platos rotos son los millones de trabajadores de la construcción, ahora en paro, los pequeños y medianos transportistas de mercancías por carreteras que luchan por subsistir y, finalmente, el sufrido contribuyente que es quien, a la postre, tiene que cargar con las consecuencias y apoquinar.

Pero, puestos a hablar de dilapidaciones, no podemos pasar por alto los aeropuertos fantasma o los casi ruinosos: Lérida, León, Castellón, Albacete, por no nombrar más que a unos cuantos. Incluso el de Gerona, que funcionaba bastante bien en los meses de verano con los vuelos chárter, tiene en la actualidad problemas. Si bien la palma se la lleva el aeropuerto de Ciudad Real City, un espacio tan vacío y abandonado como Port Aventura en invierno, casi todos los aeródromos arriba nombrados no le van a la zaga en cuanto a (in)utilidad pero, sobre todo, a pérdidas se refiere. Su denominador común: las subvenciones que reciben de sus respectivos Ayuntamientos para mantenerlos en vida.

Así, día a día, nuestros grandiosos políticos de todos los colores nos han llevado a la actual crisis. Sin hablar de los aprovechados, amigos de algún amigo en cierto ministerio, que ha sabido poner el cazo para incrementar su patrimonio.

Pero a mí personalmente lo que más me llama la atención es que el votante español, en las urnas, no penaliza como sería lo lógico a la corrupción local. ¿Podría ser que los años de crecimiento económico durante nuestra corta democracia, nos hayan hecho inmunes a los cohechos y corruptelas? Otra posibilidad sería que, en el fondo de nuestro corazón, nos identifiquemos con los defraudadores y que, de encontrarnos en su lugar, nos comportaríamos de igual forma. Un fenómeno como el que ha ocurrido en Italia con Berlusconi.

De ser verdad que la mayoría de entre nosotros está curtida contra la deshonestidad, sólo puedo decir que no nos merecemos que muchos españoles durante la dictadura, dentro de sus posibilidades y jugándose el pan de sus hijos, se hayan dejado la piel por esta “democracia”. A esos “oldies” sin lobby, los grandes olvidados de nuestra reciente historia, se les menciona poco en los periódicos. Ante la bochornosa situación que ofrecen diariamente los políticos actuales y sus amiguetes en nuestro país, quiero pues dedicar mi “Pincelada” de hoy a esos incorruptibles anónimos, hoy sexa- y septuagenarios, que con su idealismo hicieron posible, para bien o para mal, muchas de las libertades de las que hoy gozamos.
Margarita Rey

1 comentario:

  1. Creo firmemente que los valores que debemos recontruir (porque aunque ciertamente estén dañados de peligro de muerte no han claudicado todavía) deben de recordárnoslos aquellos que lucharon por ellos, no en una crisis, sino en una post-guerra... y no debemos de pensar en ellos como algo histórico que se guarda en los libros. Es mucho más que eso, está vivo y no le debemos dejar morir. Es la indignación y corre por las venas de todos, el que más y el que menos todavía puede recordar historias familiares o de personas conocidas no publicadas que forman parte de nuestro ADN emocional. Vive en nosotros y debe de hacerse sentir en la sociedad esclerótica que solo reacciona por impulsos viscerales para votar... Más cabeza, más corazón y menos vísceras es lo que hace falta y con ello estoy convencida que llegará la honestidada y la construcción.

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