Los mismos que provocaron la crisis, los grandes centros de especulación como los mercados crediticios, se disponen ahora a tragarse las economías de los países más débiles de la Unión Europea, que parece estar del lado de los mercados del gran dinero. El sistema es obligar a los países considerados menos sólidos a endeudarse pidiendo créditos multimillardarios. Primero fue Grecia. Ahora, pese a su resistencia, le ha tocado el turno a Irlanda y ya se dirigen las miradas de los especuladores hacia Portugal y España. De nada vale que miembros de la UE atestigüen a España solidez económica, que hace obsoleto pedir ningún crédito a los bancos internacionales. Bruselas exige ahora que el gobierno español aplique ya, y no mañana, las duras medidas de austeridad. La cuestión es ponerle la zancadilla a España, dentro de lo proporcional, una potencia en la UE y en Europa
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