Nuestros dirigentes tienen que aprender idiomas. Resulta penoso ver al presidente del Gobierno español o a la ministra de Economía, por tomar dos ejemplos muy recientes, totalmente solos, mientras que en medio del salón de actos conversan animadamente los demás mandatarios europeos. En esas conversaciones pueden fraguarse importantes acuerdos o, al menos, una aproximación de puntos de vista. Nuestros gobernantes dependen de los intérpretes, así para conversar, por ejemplo, con la canciller alemana Angela Merkel, que habla muy bien el inglés y el ruso.
Aplaudo la iniciativa de que los niños comiencen ya e n el jardín de infancia el aprendizaje del inglés. Pero la medida cojea sin el personal docente en español. Para la enseñanza del inglés (como de cualquier otro idioma) son imprescindibles los profesores nativos. Los niños, como los mayores, aprenden mejor un idioma si el docente se convierte en persona de referencia.
El español, como el inglés, son idiomas mundiales. Sólo en EE UU, más de 40 millones de personas hablan español como lengua materna. En diversos estados de la Unión, con elevado número de hispanos, existen radios y televisiones en castellano. También la TVE 1 (internacional) puede ser sintonizada en Norteamérica. El Instituto Cervantes lleva a cabo una meritoria y exitosa labor de difusión del castellano en el mundo. Asciende a más de 400 millones el número de personas que hablan español como primera lengua. Todo esto no debe llevar a que nuestros dirigentes digan que aprendan los otros el español y mientras utilizamos a los intérpretes. Para algo poseemos “El Quijote”. Que hablen por lo menos inglés los presidentes del gobierno y sus ministros. ¡Pero no como Aznar!
Aplaudo la iniciativa de que los niños comiencen ya e n el jardín de infancia el aprendizaje del inglés. Pero la medida cojea sin el personal docente en español. Para la enseñanza del inglés (como de cualquier otro idioma) son imprescindibles los profesores nativos. Los niños, como los mayores, aprenden mejor un idioma si el docente se convierte en persona de referencia.
El español, como el inglés, son idiomas mundiales. Sólo en EE UU, más de 40 millones de personas hablan español como lengua materna. En diversos estados de la Unión, con elevado número de hispanos, existen radios y televisiones en castellano. También la TVE 1 (internacional) puede ser sintonizada en Norteamérica. El Instituto Cervantes lleva a cabo una meritoria y exitosa labor de difusión del castellano en el mundo. Asciende a más de 400 millones el número de personas que hablan español como primera lengua. Todo esto no debe llevar a que nuestros dirigentes digan que aprendan los otros el español y mientras utilizamos a los intérpretes. Para algo poseemos “El Quijote”. Que hablen por lo menos inglés los presidentes del gobierno y sus ministros. ¡Pero no como Aznar!
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