En esta última noche del año 2010 pienso en el hombre que más ha hecho por la justicia en España, el juez Baltasar Garzón. Garzón ha acaparado nuestro interés en 2010 y lo seguirá acaparando en 2011. En el caso Garzón podría decirse que en estas tres décadas de democracia la justicia española se juzga a sí misma. Contra el juez Garzón se ha montado un proceso que parecería imposible en cualquier democracia adulta. Por si fuera poco hay otro proceso contra él, en el que la justicia tendrá que dilucidar si los hechos son ciertos o construidos. Aquí me refiero ahora al proceso por prevaricación montado sobre una querella de un grupúsculo de ultraderecha, porque el juez Garzón quería investigar los crímenes del franquismo. En una entrevista televisada, el magistrado decía sentirse ya condenado. ¿Estamos aún en los tiempos del siniestro Tribunal de Orden Público (TOP) de la dictadura, donde las condenas ya estaban redactadas de antemano?
Respeto las decisiones de los jueces cuando éstos son justos. Tengo, sin embargo, la sensación de que no han sido pocos los jueces de Franco que han seguido ejerciendo en la democracia española, con efectos contaminadores. Pero quizá el tiempo vaya corrigiendo la situación.
En la instrucción contra Baltasar Garzón hay claros elementos políticos, pero cabe también preguntarse si el juez instructor -que no pertenece a la derecha, su esposa milita en el PSOE- no estará obrando por sentimientos tales como la envidia, el afán de notoriedad (que desgraciadamente acaparaba Garzón) o un cierto agradecimiento a quienes le dejaron ocupar su magistratura, ninguno de ellos de izquierdas. Pero la justicia no es un regalo.
Respeto las decisiones de los jueces cuando éstos son justos. Tengo, sin embargo, la sensación de que no han sido pocos los jueces de Franco que han seguido ejerciendo en la democracia española, con efectos contaminadores. Pero quizá el tiempo vaya corrigiendo la situación.
En la instrucción contra Baltasar Garzón hay claros elementos políticos, pero cabe también preguntarse si el juez instructor -que no pertenece a la derecha, su esposa milita en el PSOE- no estará obrando por sentimientos tales como la envidia, el afán de notoriedad (que desgraciadamente acaparaba Garzón) o un cierto agradecimiento a quienes le dejaron ocupar su magistratura, ninguno de ellos de izquierdas. Pero la justicia no es un regalo.