Nada, que se han empeñado en dejarnos sin fumar, pero eso sí, sin prohibir el tabaco ni cerrar los estancos, ni prohibir tampoco la circulación de automóviles que dejan por lo menos tanto veneno en el ambiente como el azul humo del cigarrillo. Una de las principales y seguras fuentes de ingresos de Hacienda es el tabaco. Por otra parte, así argumentan los ministros del ramo: Sanidad e Interior, una prohibición del tabaco traería consigo que se apoderaran del sector las mafias de las drogas, llegando el tabaco a cotizarse como el haschisch o la cocaína. Se abriría así un nuevo frente para el crimen internacional organizado. Y si se prohibiesen las fábricas de tabaco, las mafias construirían otras clandestinas. Nada que no nos queda otro remedio que seguir con nuestro “vicio”, estando contentos si nos dejan fumar en la calle. Algunas ciudades en EE UU también han prohibido fumar en parques y jardines. Que los fumadores están cada vez más acorralados. Hay que dejar de fumar. Se dice pronto.
Fumar no suele ser, como los no fumadores creen, un vicio o ganas de joder al no fumador, sino una necesidad psíquica. Fumar es un ansiolítico como las benzodiazepinas. Para muchos, el estrés no sería soportable sin un cigarrillo. Las crisis de ansiedad se aplacan gracias a lo psicomotor de llevarse el cigarrillo a los labios e inhalar, así como es debido la droga nicotina. Por lo tanto, el que quiera dejar de fumar tiene que seguir consecuentemente determinadas pautas como ir dejando el cigarrillo paulatinamente, dosificando su retirada con férrea disciplina. Quien, por ejemplo, fume tres cajetillas al día tendrá que suprimir durante varias semanas una de las cajetillas. Después, suprimir, otra vez, una de las cajetillas durante cuatro semanas y quedarse con una cajetilla al día. Al cabo de varias semanas, reducir la cajetilla a la mitad y mantener esa dosis durante un mes. Ahora puede intentar dar el salto a no fumar, pero si se presentan síntomas de ansiedad, reducir esa mitad a la mitad y mantenerla durante varias semanas, bajado la dosis cigarrillo a cigarrillo. Todo esto suena un poco a fantasía, pero el método, si se tiene resistencia y constancia, funciona. Lo que nunca se debe hacer, cuando se fuman considerables cantidades, es cortar el fumar de golpe. Puede presentarse el llamado síndrome de retirada con síntomas similares a la abstinencia de benzodiazepinas: sofocos y ataques de pánico o de ansiedad. Por eso, para dejar de fumar sin grandes molestias lo mejor es ser asistido por un médico y un psicólogo (una psicóloga). Cuanto mayor la cantidad que se fuma, mucho más necesario es ponerse en manos de especialistas. Pero la condición previa es querer dejar de fumar. La ayuda de un psicólogo/psicóloga es imprescindible, pues en estos casos fumar no es ya un placer sino la respuesta a un síndrome psíquico.
Para no ser hipócrita una confesión: yo también soy fumador. Fumo en pipa y sólo en casa. No inhalo el humo, pero soy consciente de que también con la pipa entra nicotina en el cuerpo. La ventaja de la pipa es que puedo estar horas y horas sin fumar, sin que me entre el mono. Mi médico me recomendó hace 40 años la pipa porque ya había llegado a fumar hasta cuatro cajetillas al día. Desde la primera pipa que encendí, muy raramente he fumado un cigarrillo. Pero dejémonos de pros y contras: lo mejor sería si dejásemos de fumar. Ya no nos afectarían las indignas prohibiciones.
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