viernes, 30 de julio de 2010

"Los toros y el culto a la divinidad ibérica"



El parlamento catalán acaba de prohibir las corridas de toros en Cataluña. Es una medida que yo acojo positivamente, pues soy un decidido adversario de la mal llamada Fiesta Nacional. Esto es tan “nacional” como beber agua de un botijo. Ya escribí al respecto en este blog, bajo el título “La estética de la muerte”. El título estaba acorde con el hace tiempo fallecido centenario Ernst Jünger, que en sus obras glorificaba la “belleza” de la destrucción, de los cataclismos humanos y de la muerte. Por eso no me voy a extender mucho sobre el tema.

Comprendo que haya gente como Ernst Jünger a los que fascina el peligro e incluso la muerte de otros: del toro o de los toreros. El toreo es las más de las veces el triunfo de la inteligencia sobre la animalidad, aunque puede también ocurrir –y ocurre- que la animalidad triunfe sobre la inteligencia y envíe al torero al hospital o a la tumba.

Las corridas de toros son muy antiguas en el Mediterráneo. En España, las corridas eran entre los iberos un sacrificio a la divinidad. O moría el toro o morían los toreros. En cualquier caso, la divinidad obtenía su tributo de sangre. Es cierto que en estos milenios transcurridos, las corridas de toros se han refinado al máximo. La técnica es perfecta en los diestros y hay muchas cosas que los iniciados entienden como un complejo arte. No lo discuto, yo solamente me opongo a la muerte (del animal o del hombre) y al rito pagano subyacente (los toreros con sus estampitas de la Virgen, sus crucifijos, sus escapularios, el persignarse…Todo mensajes a la divinidad para que ayude al diestro en su lucha contra la bestia).

¿Por qué no puede haber corridas de toros sin la muerte del animal? Si el torero es cogido por el toro es un riesgo que asume el diestro voluntariamente para que el público se emocione más. El animal embiste al hombre que se le pone por delante, desafiándole con un capote que se mueve. Incluso si el toro no es matado, el espectáculo sigue siendo emocionante, impactante. El público se dará cuenta de que es un juego muy artístico con la muerte.

No sólo las corridas han de ser prohibidas. También esos crueles juegos con los toros en las fiestas de algunos pueblos de Iberia, en los que se fijan antorchas a los cuernos de los animales o se les lancean desde caballos. Y las pobres cabras que son arrojadas desde campanarios… ¡Qué cerca estamos aún de nuestros ancestros, los iberos!

1 comentario:

  1. Hola Manuel,

    soy Regina, la hija de Pep. ¿Cómo estás? Me gusta tu blog !!! Y estoy mu de acuerdo con tu comentario sobre las corridas de toros, los maltratos a los animales en las fiestas, etc. Yo no me siento identificada con estas barbaridades. ¿Fiesta Nacional?
    Un beso y espero veros pronto

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