Hace un par de días leí en un diario digital de extrema derecha que vuelve a las ondas, en otra emisora, un individuo, a quien no nombro para no contribuir –aunque sea con un granito de arena- a su ya enorme notoriedad. El individuo en cuestión, a quien tampoco se puede llamar periodista, se quejaba de la potencia mediática de la izquierda y prometía agitar el ambiente desde la nueva emisora que le acoge. El individuo en cuestión sabe mucho de agitación y demagogia desde que fuera juvenil miembro del partido-secta marxista-maoísta. Después tuvo algún problema con el partido comunista, desapareció y volvió a emerger como redactor/presentador de “Radio Coronilla”, la cadena episcopal. Recientemente, ¿qué habrá obtenido la Iglesia católica a cambio?, la emisora le despidió, aunque con sus soflamas contra la izquierda había conseguido una audiencia de millones, compuesta de ultra derechistas, monjas, clérigos y taxistas. He comprobado que en la mayoría de los países europeos abundan los taxistas de extrema derecha. España no iba a ser una excepción. Te subes a un taxi y con un poco de “suerte” te encuentras que el taxista tiene puesta a toda pastilla “Radio Coronilla”,
Pues bien, el individuo en cuestión ha hallado acomodo en una nueva emisora de derechas, desde donde ha advertido que la izquierda le lleva ventaja a la derecha en la amplia gama mediática (primera cínica mentira) y que el país se va a mover con su programa en la nueva cadena.
La verdad es que la izquierda siempre ha sido muy torpe con los medios de comunicación. Por estar convencida de poseer la verdad, la izquierda ha creído que su mensaje llegaba de por sí a los destinatarios (gran error) y en cuestión de medios de comunicación propios, en este caso el órgano del PSOE, “El Socialista”, plúmbeo, o las revistas, demasiado especializadas para llegar a un amplio público, la izquierda socialista, no sólo en España, siempre ha sido un desastre. La derecha es aquí más hábil que la izquierda. Posee infinidad de periódicos y publicaciones camuflados de empresas y tienen más agilidad en las redacciones. También el oyente apolítico acaba por sentirse atraído por radios, televisiones y periódicos derechistas que, la verdad es la verdad, son más amenos.
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