Desde hace tiempo, existe una polémica entre judíos ortodoxos, creacionistas, y científicos anglosajones y judíos evolucionistas, que ponen en duda la autenticidad de la Biblia, a la que califican como un compendio de miles de años de mitos, leyendas, fábulas y alegorías, que no puede tomarse al pie de la letra.
La polémica se centra actualmente sobre la cuestión de si realmente existió Moisés y hubo un éxodo de los judíos desde el Mar Rojo hasta el río Jordán. Los científicos opinan que todo lo que se narra al respecto en la Biblia es pura fantasía. Ningún faraón persiguió a los judíos y les obligó a dejar Egipto. Al revés, los judíos siempre fueron bien vistos por los egipcios que estimaban mucho sus dotes intelectuales. Lo del maná cayendo del cielo para alimentar a los fugitivos es pura fabulación del escritor o escritores de ese tramo de la Biblia. Lo mismo ocurre con la separación de las aguas del río Jordán para que pasaran los judíos y el cierre de las aguas cuando las tropas del faraón estaban en el Jordán. Los diez mandamientos es uno de los temas más discutidos en la polémica. Para un hombre del siglo XXI causa risa leer que Moisés subió a la montaña, donde le esperaba Dios (Jehová) para entregarle en mano las dos tablas. Según la Biblia, Moisés fue el primer y último hombre en ver la cara de Dios. Donde hay una cara hay una cabeza, un tronco y unas extremidades, o ¿es que Dios solamente es una cara? Tremendo cabreo se llevó Moisés, según la Biblia, cuando regresó al lado de su pueblo (“el pueblo elegido”) y se encontró con que los judíos se habían dado al vicio y adoraban al becerro de oro (¿Wall Street?). Por lo demás, ¿de dónde sacaron los judíos el oro para construir un becerro? Moisés rompió las tablas y luego las reconstruyó de memoria. También el episodio de la zarza ardiendo desde donde se oía la voz de Jehová no tiene desperdicio. Un auténtico cuento para el guión de una película.
Los judíos ortodoxos sostienen que existe desde siempre una alianza entre Jehová y el pueblo de Israel, el “pueblo elegido”. Los científicos consideran qué clase de amor es ese por parte de un dios cruel, que martiriza a su pueblo, y que es vengativo, caprichoso y voluble. Y eso, hasta nuestros días: pensemos en el holocausto y en la precaria situación de Israel en Oriente Próximo, que está haciendo que un pueblo del trágico pasado que tienen los judíos, se esté convirtiendo a formas de actuar fascistas.
Hay otros puntos en la Biblia que ya han sido analizados por historiadores y arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv. Así, según se ha descubierto Salomón y David fueron dos reyes muy pequeñitos que disponían del territorio de una aldea.
A los que se interesen por el tema les recomiendo la lectura del artículo “Los cascotes de la Biblia” publicado en La Verdad de 16.12. 2004. Los principales historiadores judíos sobre este tema son Israel Finkelstein y Neil S. Silbermann.
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