En estos calurosos días ¿de qúe puedo escribir? Está todo tan trillado, aunque desgraciadamente no solucionado, como la llamada “violencia de género” y la otra violencia que llamamos “política internacional”, que por una diabólica dinámica interna no quiere hallar una solución, como la situación en el Próximo Oriente y ¿qué me dicen de Afganistán, donde España tiene tropas?
No. Mirando la prensa y la televisión todo parece indicar que la suerte del mundo se juega en Pamplona y en la República de Sudáfrica.
En Pamplona, la gran fiesta pagana, en la que no puede faltar el tótem ibérico, el toro, que termina en el ruedo, pero que en realidad comienza muy de mañana con las famosas corridas delante de los astados, de pamplonicas y navarros que se mezclan entre esas toneladas de carne en movimiento, con un par de cataplines. La pregunta es ¿quiénes son más bravos, los corredores o los toros? De todas formas, San Fermín es una muestra inigualada de qué puede hacer España, lo que tanto entusiasmaba a Hemingway, amante de la vida y de la muerte. A Hemingway se debe que a los pamplonicas se les unan todos los años jóvenes estadounidenses, canadienses, australianos, y, cómo no, japoneses. Es el gran rito internacional al Sol, a la Vida y el desafío a la Muerte. Esperemos que este año sólo se quede en un par de heridos sin mucha importancia. Otros años hubo jóvenes extranjeros mortalmente atropellados por los toros. Fueron mártires de su valor y de una energía vital que creía que no sería abatible por la muerte, que es la Nada de la nada. Los pamplonicas y navarros no se pierden en estas disquisiciones: están de fiestas y las fiestas hay que festejarlas: canciones, vino, embutidos, bocatas de todo. San Fermín es una explosión de alegría.
Los nacionalistas catalanes celebraron en la tarde de ayer su “San Fermín a favor de su Estatut nacionalista. Más de un millón de personas, nacionalistas, independentistas y catalanistas se reunieron en Barcelona en una imponente manifestación. Los pamplonicas corren delante de sus reses. Los nacionalistas catalanes corren detrás de la Historia. Se puede ser catalán y español, pero la derecha, el PP, quiere imponer la españolidad casi como en los tiempos de Franco. Así no llegaremos a convencer a los catalanes, nuestros compatriotas.
En cuanto a hoy, que gane La Roja, y si no, pues que gane el mejor. En el deporte, España está demostrado ser mejor que sus políticos.
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