Después de la euforia de las masas españolas por el éxito de La Roja, sintiéndonos aún importantes como campeones del mundo, el debate de ayer sobre el “birrioso” estado de la Nación nos vuelve a la realidad de los parados, de las familias sin vivienda, la congelación de las pensiones, los recortes en prestaciones sociales y el precario futuro de la duración del seguro del paro, entre otras calamidades que flotan sobre las cabezas de una nación, que hasta hace poco iba funcionando bien. Zapatero reconoce haberse dado cuenta demasiado tarde de la crisis mundial y sus devastadores efectos sobre las economias europeas, entre ellas, pero no en último lugar, la española.
Rodríguez Zapatero, entonando unn mea culpa en los puntos que pudiesen afectarle, hizo una sobria relación de la situación actual en España. Fue educado, comedido y de su boca no salió ninguna descalificación. Todo lo distinto de Mariano Rajoy que dedicó gran parte de su intervención a repetir la incompetencia de Zapatero y su slogan preferido de que Zapatero carece de credibilidad, que el pueblo ya no confía en él y que lo está haciendo fatal. En su intervención, frenéticamente aplaudida por sus dos “ángeles”, Soraya Sáenz de Santa María y María Dolores de Cospedal, además, claro, del grupo parlamentario del PP, salvo expresar el deseo de nuevas elecciones, Mariano Rajoy no aportó ni un ápice de lo que haría mejor el PP en el poder, ni una propuesta que pudiese cautivar a los demás grupos parlamentarios y, sobretodo, a los españoles. Una intervención cansina, cínica y repetitiva. José Luís Rodríguez Zapatero le dijo, en su réplica, que si él problema lo era él y tanto deseaba nuevas elecciones, que podía presentar la moción de censura, pero no lo hacía porque el PP carece de ideas, carece de sugerencias y sobre todo no tiene un programa que presentar a los españoles. Fue muy lamentable todo el tinglado organizado acerca del estado de la Nación. El único que no perdió los papeles fue el presidente del Gobierno, que tampoco tiene la fórmuila maravillosa para que nos convirtamos también en lo social y económico en los campeones, si no del mundo, por lo menos de Europa. Zapatero hizo una relación de intenciones y será medido por el cumplimiento de las mismas. La pregunta que está en el aire es si Rajoy, por fin, pasará a la acción y presentará la moción de censura, aunque se pegue el batacazo con ella. Lo que no puede esperar es que Zapatero, por hacerle un favor a él y sus pregoneras, coja los bártulos y abandone La Moncloa, que tanto codicia este hombre de paja, jefe de la oposición pepera. No estaría de más que se celebrase un debate sobre “el estado de de la oposición”. El PSOE está dando un giro hacia el centro en una reedición española de la socialdemocracia. El PP está anclado en el pasado y se niega a reformar su ultra conservadurismo.
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