El juez instructor en el caso Urdangarin ha decidido que no tiene que comparecer como testigo su esposa, la infanta doña Cristina.
La decisión del magistrado ha desatado diversos comentarios en la sociedad española. Hay quienes opinan que el juez ha dado muestras de gran sensibilidad política ahorrándole a la Corona otro nuevo envite. Ya es suficiente el caso del yerno del Rey. Tampoco existen indicios que llevaran a imputar a la infanta.
Hay otros sectores en los que se puede oír que es difícilmente creíble que una persona tan preparada hubiese podido firmar documentos de su esposo, sin leer lo que firma. Pero también se expresa extrañeza de que doña Cristina no se hubiese percatado del fabuloso aumento del patrimonio familiar y no hubiera tratado de este asunto con su marido.
Otros grupúsculos radicales de izquierda y extremistas de derecha ya han juzgado a Urdangarin y su esposa, pero su interés no es que se haga justicia, sino debilitar a la monarquía, en la falsa creencia de que alguno de ellos detentaría algún día el poder. La izquierda radical republicana sólo sueña con la III República. Los planes de la extrema derecha son más ambiciosos: anular lo que ellos califican de perjurio y reinstaurar el fallecido Movimiento, enterrado bajo una losa de algunas toneladas, y hallar un fiel sucesor del “Caudillo”.
La Monarquía democrática, moderna y europea, ya tiene un excelente continuador en el Príncipe de Asturias. Un Rey para el siglo XXI.
La decisión del magistrado ha desatado diversos comentarios en la sociedad española. Hay quienes opinan que el juez ha dado muestras de gran sensibilidad política ahorrándole a la Corona otro nuevo envite. Ya es suficiente el caso del yerno del Rey. Tampoco existen indicios que llevaran a imputar a la infanta.
Hay otros sectores en los que se puede oír que es difícilmente creíble que una persona tan preparada hubiese podido firmar documentos de su esposo, sin leer lo que firma. Pero también se expresa extrañeza de que doña Cristina no se hubiese percatado del fabuloso aumento del patrimonio familiar y no hubiera tratado de este asunto con su marido.
Otros grupúsculos radicales de izquierda y extremistas de derecha ya han juzgado a Urdangarin y su esposa, pero su interés no es que se haga justicia, sino debilitar a la monarquía, en la falsa creencia de que alguno de ellos detentaría algún día el poder. La izquierda radical republicana sólo sueña con la III República. Los planes de la extrema derecha son más ambiciosos: anular lo que ellos califican de perjurio y reinstaurar el fallecido Movimiento, enterrado bajo una losa de algunas toneladas, y hallar un fiel sucesor del “Caudillo”.
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