viernes, 16 de marzo de 2012

Pincelada: La locomotora alemana


Lo sabía. Lo venía diciendo desde hace mucho tiempo: en Alemania no se atan los perros con longanizas. Muchas de las noticias que nos llegan sobre “el pleno empleo” en el envidiado país de la señora Merkel son tendenciosas debido a las gafas con cristales sesgados de algunos analistas económicos que se prodigan en la prensa o en las tertulias de la televisión.

Aunque el gobierno del Sr. Rajoy y la CEOE nos quieran vender la burra, ya el año pasado habían visto la luz (eso sí, en divulgaciones dedicadas a la Economía) amplios reportajes al respecto. Anteayer, sin embargo, se destapó definitivamente el pastel. Lo que estaba cantado desde hacía bastante tiempo se hizo público para toda España, primero en los periódicos y luego en la televisión.

Así, en los informativos de TV 1, Miguel Ángel García, corresponsal de TVE en Berlín, abría la caja de Pandora. La República Federal de Alemania no es el país de las maravillas ni un ejemplo a seguir. Allí hay mucha gente que pasa penurias desde que se aplicaron los recortes, que se convertirían para nuestra desgracia en un referente, ya que no ejemplo, en la UE a la hora de desmantelar el llamado “estado de bienestar” que hasta el 2005 había sido modélico en la República Federal de Alemania. Por cierto, fue el socialdemócrata Gerhard Schröder –otro economista– el culpable de la malvada “Agenda 2010”, lo que le hizo perder las elecciones de 2005 en su país y que, corregida y aumentada desde que Frau Merkel se hizo con la Cancillería, viene coleando y empeorando día a día.

Así, al igual que mi esposo y yo ya habíamos podido leer en la edición digital del diario muniqués “Süddeutsche Zeitung”, a la que estamos abonados, casi todos los españoles pudieron enterarse el miércoles que aproximadamente 8 millones de trabajadores alemanes cobran como mucho 9,15 euros brutos por hora y, lo más extraño del caso es que la mayoría de esos casi ocho millones de personas con salarios mínimos en Alemania tienen un diploma de formación profesional.

Según un estudio publicado por el prestigioso periódico, realizado por el Instituto para el Trabajo y la Cualificación de la Universidad de Duisburg-Essen, los asalariados mínimos percibieron en el 2010 una media de 6,68 euros por hora de trabajo en el Occidente y 6,52 euros en el Este de Alemania (en la República Federal de Alemania no existe como en otros países europeos el salario mínimo interprofesional).

El informe revela también, más de 4,1 millones de personas de ese grupo de salarios mínimos cobraron menos de 7 euros la hora, 2,5 millones menos de 6 euros la hora y 1,4 millones incluso menos de 5 euros la hora. Además, 800.000 empleados a jornada completa cobrarían menos de 1.000 euros brutos al mes.

El trabajo resalta que los empleados en los así llamados “minijobs” (400 euros mensuales como base) son los grupos más sensibles a entrar en la espiral y trabajar por un salario máximo de 9,15 euros brutos la hora.

Hay que dejar claro que se trata de un estudio muy concienzudo realizado entre estudiantes, trabajadores, parados que representan un segmento socioeconómico representativo de la sociedad alemana.

Se ha escrito mucho al respecto. Mis preferidos son dos estupendos artículos, muy fáciles de leer incluso para legos en la materia, pero que, debido a su longitud, no me atrevo a reproducir en este blog. Sin embargo, para los interesados en el tema, les adjunto a continuación los dos links que he elegido para que puedan leerlos si quieren saber algo más de lo que yo les haya podido relatar sobre la materia:



Y una observación personal para aquellos jóvenes que, cegados por falsos oropeles, decidan en su desesperación liarse la manta la cabeza y emigrar a Alemania en busca de un trabajo. Sin conocimientos del idioma o la red de un contrato con una empresa alemana pueden terminar de friegaplatos en cualquier garito explotado por míseros cinco euros la hora, lo mismo que podrían ganar aquí si trabajasen en el campo.

Eso sí, para trabajadores altamente calificados, ingenieros o informáticos que dominen el inglés y sepan el suficiente alemán como para poder comunicarse de manera medianamente inteligible con sus jefes y compañeros, Alemania es la tierra prometida. Al menos en lo que a salario, condiciones de trabajo y horarios se refiere. Y, además, a esos niveles la discriminación es hoy por hoy prácticamente inexistente.
Margarita Rey

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