Lo mismo que su antecesor Juan Pablo II, también viaja mucho “por esos mundos de Dios” el actual jefe del Vaticano, Benedicto VI (alias Ratzinger).
Pero los viajes de los papas no son de placer. Sirven para inspeccionar los rediles por si se han salido muchas ovejas o para intentar ganar nuevas ovejas para la causa celestial. Con ese fin organizan grandes concentraciones de jóvenes y, para ellos y para quienes siguen fieles al credo, montan misas multitudinarias que celebran los “sumos pontífices” en persona.
Que un papa viaje a España y que el Estado español se gaste varios millones de euros, como recientemente en Valencia, en una olimpiada de la “Fe”, es, lamentablemente, usual. España, con su Iglesia nacionalcatólica, es uno de los vasallos más fiables y útiles para el Estado vaticano. Pero, ¿cómo conciliar la revolución comunista en Cuba, con el laicismo (que no es ateísmo, sino la exigencia de que la Iglesia carezca de poder sobre el Estado y la sociedad)? ¿Cómo compaginar el anticapitalismo de Fidel Castro y de su hermano, con esto “shows” papales, en los que se ve la fuerza de la Iglesia en la isla, si bien el régimen celebra desfiles y concentraciones con más de un millón de militantes?
Al recibir tan cordialmente al papa, los hermanos Castro siguen una doble estrategia: mostrar al mundo capitalista que se puede ser revolucionario y devoto, que en Cuba existe libertad religiosa y que la Iglesia católica corre menos peligro en Cuba que en otros países que tanto presumen de cristianismo, como Estados Unidos. Por otra parte, el papa demuestra que se puede ser una potencia bancaria en el mundo de Wall Street y tener buenas relaciones con el adversario, sobre todo si el adversario se llama Castro y tiene sus raíces en Galicia, en un país, España, sumiso a la voluntad de la llamada Santa Sede.
Pero los viajes de los papas no son de placer. Sirven para inspeccionar los rediles por si se han salido muchas ovejas o para intentar ganar nuevas ovejas para la causa celestial. Con ese fin organizan grandes concentraciones de jóvenes y, para ellos y para quienes siguen fieles al credo, montan misas multitudinarias que celebran los “sumos pontífices” en persona.
Que un papa viaje a España y que el Estado español se gaste varios millones de euros, como recientemente en Valencia, en una olimpiada de la “Fe”, es, lamentablemente, usual. España, con su Iglesia nacionalcatólica, es uno de los vasallos más fiables y útiles para el Estado vaticano. Pero, ¿cómo conciliar la revolución comunista en Cuba, con el laicismo (que no es ateísmo, sino la exigencia de que la Iglesia carezca de poder sobre el Estado y la sociedad)? ¿Cómo compaginar el anticapitalismo de Fidel Castro y de su hermano, con esto “shows” papales, en los que se ve la fuerza de la Iglesia en la isla, si bien el régimen celebra desfiles y concentraciones con más de un millón de militantes?
Al recibir tan cordialmente al papa, los hermanos Castro siguen una doble estrategia: mostrar al mundo capitalista que se puede ser revolucionario y devoto, que en Cuba existe libertad religiosa y que la Iglesia católica corre menos peligro en Cuba que en otros países que tanto presumen de cristianismo, como Estados Unidos. Por otra parte, el papa demuestra que se puede ser una potencia bancaria en el mundo de Wall Street y tener buenas relaciones con el adversario, sobre todo si el adversario se llama Castro y tiene sus raíces en Galicia, en un país, España, sumiso a la voluntad de la llamada Santa Sede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario