Ya el miércoles causaron revuelo las, como mínimo, poco acertadas manifestaciones del ministro de Justicia. Alberto Ruíz-Gallardón declaró entre otras “perlas” que "en muchas ocasiones se genera una violencia de género estructural contra la mujer por el mero hecho del embarazo". Y, tan ufano, añadió que "muchas mujeres ven violentado su derecho a ser madres por la presión que generan a su alrededor determinadas estructuras".
Si estas palabras fueron motivo de sorpresa e indignación, la polémica que surgió ayer jueves como reacción a las desafortunadas palabras del titular de Justicia y que protagonizaron el PP y la mayoría de los partidos de la oposición fue de campeonato.
Precisamente ayer se celebraba el “Día Internacional de la Mujer”, tan discriminada a lo largo de la Historia e incluso hoy en muchos campos, especialmente en el mundo laboral. Por lo que era de esperar que la reacción del PSOE no fuese precisamente suave. Así, su vicesecretaria general, Elena Valenciano, no se anduvo por las ramas y replicaba que “la única presión social que han sufrido las mujeres en España ha procedido de la Iglesia, de los sectores más conservadores y del machismo cultural, que han tratado de impedir su derecho a interrumpir voluntariamente el embarazo”.
También la portavoz parlamentaria del PSOE, Soraya Rodríguez, criticó a Gallardón diciendo que sus palabras le descalificaban a él y a quienes le habían aplaudido, al tiempo que lanzaba la pregunta de cómo podía el Gobierno hablar de derecho a la maternidad cuando la reforma laboral que ha promovido limita el derecho a la lactancia y obstaculiza la conciliación.
La Secretaría Confederal de la Mujer de Comisiones Obreras se unió a las voces críticas al expresar que la maternidad "no es un derecho, sino una opción de las mujeres".
Como era de esperar, el PP al completo ha cerrado filas ante los ataques de la oposición. Pero algunas manifestaciones del partido gubernamental se podrían calificar de anacrónicas y causar incluso la impresión de que quienes las hacen no tienen ni idea de cuál es la realidad en nuestro país. Por ejemplo, la portavoz de Educación e Igualdad del PP, Sandra Moneo, hizo especial hincapié en que su partido no tiene ninguna intención de penalizar a las mujeres, pero sí de defender sus derechos. Y como si el PSOE hubiese jamás intentado hacer presión en ese sentido, añadió que uno de los principales derechos de la mujer es el derecho a ser madre.
También doña Espe, que no puede callarse ni debajo del agua, tuvo que rizar el rizo al declarar ayer que "el aborto no es un derecho", sino " un fracaso de todas las mujeres que tienen que someterse a él". Y siguió: "las mujeres queremos poder ser madres si así lo decidimos". Según ella “lo que ha dicho el ministro es que en muchas ocasiones hay presiones a las mujeres embarazadas para que no lleven a término su maternidad" y que "muchas veces las hacen los hombres, que no quieren responsabilizarse de ese hijo". Es lógico que la Condesa de Murillo piense así. Al fin y al cabo, la señora Aguirre y Gil de Biedma ha tenido siempre los medios suficientes como para poder permitirse el lujo de tener gente a su servicio para ocuparse de las tareas de casa y de sus dos hijos mientras ella hacía carrera en la política.
Al hilo de la polémica, diversas organizaciones han señalado que existen numerosos estudios que resaltan las dificultades con las que muchas mujeres se ven confrontadas al quedarse embarazadas o una vez son madres. No es raro comprobar que convertirse en madre supone algunas veces la exclusión laboral, ya que muchos patronos se niegan a emplear a madres con niños pequeños ante el temor de que éstos puedan caer enfermos, lo que presupondría el ausentismo laboral de la trabajadora.
Entretanto, el grupo socialista ha solicitado la comparecencia en el Congreso del Ministro. Gallardón ha recogido el guante y ha contestado que estará “encantado de poder explicar en el Congreso sus opiniones respecto a la reforma de la ley del aborto y sobre la maternidad”.
Ojalá que sus explicaciones en el Congreso sean capaces de apaciguar los ánimos. Algunos de sus críticos creen que Gallardón ha tenido que sacrificar sus ideas progresistas al tener que pagar peaje a ciertos sectores reaccionarios dentro y fuera de su partido. Otros, sin embargo, opinan que el supuesto liberalismo de Gallardón ha sido solamente la careta que habría utilizado hasta ahora para ocultar su verdadera faz. Pronto veremos quién tiene razón.
M.R.
Si estas palabras fueron motivo de sorpresa e indignación, la polémica que surgió ayer jueves como reacción a las desafortunadas palabras del titular de Justicia y que protagonizaron el PP y la mayoría de los partidos de la oposición fue de campeonato.
Precisamente ayer se celebraba el “Día Internacional de la Mujer”, tan discriminada a lo largo de la Historia e incluso hoy en muchos campos, especialmente en el mundo laboral. Por lo que era de esperar que la reacción del PSOE no fuese precisamente suave. Así, su vicesecretaria general, Elena Valenciano, no se anduvo por las ramas y replicaba que “la única presión social que han sufrido las mujeres en España ha procedido de la Iglesia, de los sectores más conservadores y del machismo cultural, que han tratado de impedir su derecho a interrumpir voluntariamente el embarazo”.
También la portavoz parlamentaria del PSOE, Soraya Rodríguez, criticó a Gallardón diciendo que sus palabras le descalificaban a él y a quienes le habían aplaudido, al tiempo que lanzaba la pregunta de cómo podía el Gobierno hablar de derecho a la maternidad cuando la reforma laboral que ha promovido limita el derecho a la lactancia y obstaculiza la conciliación.
La Secretaría Confederal de la Mujer de Comisiones Obreras se unió a las voces críticas al expresar que la maternidad "no es un derecho, sino una opción de las mujeres".
Como era de esperar, el PP al completo ha cerrado filas ante los ataques de la oposición. Pero algunas manifestaciones del partido gubernamental se podrían calificar de anacrónicas y causar incluso la impresión de que quienes las hacen no tienen ni idea de cuál es la realidad en nuestro país. Por ejemplo, la portavoz de Educación e Igualdad del PP, Sandra Moneo, hizo especial hincapié en que su partido no tiene ninguna intención de penalizar a las mujeres, pero sí de defender sus derechos. Y como si el PSOE hubiese jamás intentado hacer presión en ese sentido, añadió que uno de los principales derechos de la mujer es el derecho a ser madre.
También doña Espe, que no puede callarse ni debajo del agua, tuvo que rizar el rizo al declarar ayer que "el aborto no es un derecho", sino " un fracaso de todas las mujeres que tienen que someterse a él". Y siguió: "las mujeres queremos poder ser madres si así lo decidimos". Según ella “lo que ha dicho el ministro es que en muchas ocasiones hay presiones a las mujeres embarazadas para que no lleven a término su maternidad" y que "muchas veces las hacen los hombres, que no quieren responsabilizarse de ese hijo". Es lógico que la Condesa de Murillo piense así. Al fin y al cabo, la señora Aguirre y Gil de Biedma ha tenido siempre los medios suficientes como para poder permitirse el lujo de tener gente a su servicio para ocuparse de las tareas de casa y de sus dos hijos mientras ella hacía carrera en la política.
Al hilo de la polémica, diversas organizaciones han señalado que existen numerosos estudios que resaltan las dificultades con las que muchas mujeres se ven confrontadas al quedarse embarazadas o una vez son madres. No es raro comprobar que convertirse en madre supone algunas veces la exclusión laboral, ya que muchos patronos se niegan a emplear a madres con niños pequeños ante el temor de que éstos puedan caer enfermos, lo que presupondría el ausentismo laboral de la trabajadora.
Entretanto, el grupo socialista ha solicitado la comparecencia en el Congreso del Ministro. Gallardón ha recogido el guante y ha contestado que estará “encantado de poder explicar en el Congreso sus opiniones respecto a la reforma de la ley del aborto y sobre la maternidad”.
Ojalá que sus explicaciones en el Congreso sean capaces de apaciguar los ánimos. Algunos de sus críticos creen que Gallardón ha tenido que sacrificar sus ideas progresistas al tener que pagar peaje a ciertos sectores reaccionarios dentro y fuera de su partido. Otros, sin embargo, opinan que el supuesto liberalismo de Gallardón ha sido solamente la careta que habría utilizado hasta ahora para ocultar su verdadera faz. Pronto veremos quién tiene razón.
M.R.
Cuando yo comentaba con un gran amigo mío (por desgracia fallecido), gran conversador y gran persona, que Gallardón me parecía el más razonable y liberal de los del PP, me decía: "No te equivoques. Gallardón representa a la derecha derechona de este país, esa derecha hipócrita de la que no puedes fiarte y es la más peligrosa". Observo que las hechos y las "perlas" del nuevo Ministro de Justicia le dan la razón a mi querido amigo.
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