En la crítica situación por la que atraviesa actualmente el mundo, y en el mundo, España, es más que nunca necesaria la unión de los países democráticos, que con las normales querellas parlamentarias, podrían crear la impresión entre los que desearían crear otro modelo de democracia, más acorde con sus intereses, de que están ya próximos a su meta.
Me refiero a la nueva versión del capitalismo ante el siglo XXI, llamado neocon (neoconservador) o neoliberal, sin que hasta ahora ningún economista nos explique exactamente qué persiguen esos centros de poder capitalista, con centro de gravedad en la liquidación del tradicional capitalismo con su libre mercado, incluido en destacado lugar, el mercado laboral. El moderno capitalismo quiere también reducir la actual amplia clase media, a la que el trabajador podía acceder a través de los créditos, no siendo una casualidad que la punta de lanza de los neocons sea la política financiera o crediticia. Los neocons prefieren que el capital circule por sus propios circuitos obteniendo más con menos inversión a que el dinero fluya y se debilite por diversos canales.
Principalmente, para los neocons el euro es el principal obstáculo. Todas las tácticas de los neoliberales se dirigen consecuentemente a acabar con la moneda única de la UE, que tanto beneficia al intercambio mercantil dentro de la zona euro. Por eso su política europea consiste sustancialmente en empujar a los pequeños países a la ruina, que sólo puede evitarse en último extremo por el sistema de su “rescate” (especie de leonina hipoteca). Si la UE quiere subsistir tendrá que fomentar la unión, también financiera, de los países que la componen, con especial atención a los miembros periféricos más amenazados. Los diversos países de la UE, a nivel parlamentario o político, tendrán que tener muy presentes que “el lobo aguarda”. Sin ambiciones de hegemonías, Alemania y Francia han de cumplir con su labor de locomotoras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario