Los comicios del pasado domingo, después de las elecciones generales que dieron al PP la mayoría absoluta, han puesto, a mi parecer, de manifiesto el deseo de la ciudadanía de no concentrar el poder en dos grandes partidos, sino abrir rendijas a pactos y posibles coaliciones. En realidad, a pesar del mayor número de escaños del PP y del PSOE, los pequeños partidos, en especial Izquierda Unida, pueden muy bien actuar como bisagras o socios, aunque sea sólo puntualmente, en un diálogo entre los dos grandes.
A mi entender, el resultado de las elecciones andaluzas y asturianas transmiten al PP en el Gobierno que en una crítica situación como la española, que un sector de la prensa anglosajona juzga con extrema severidad, casi con hostilidad , es absurdo o suicida enzarzarse en disputas ideológicas o partidistas, estando llamados el PSOE y el PP a entenderse. Para los anglosajones, España está al borde del precipicio, comparando a nuestro país con Grecia, totalmente arruinada. Algunos analistas, imparciales, se preguntan si la prensa afín a Wall Street, quiere destruir al euro, buscando un punto flaco. Pese a la aparente indulgencia de la canciller federal Angela Merkel hacia España, tampoco en la prensa alemana conservadora se guardan remilgos a la hora de enjuiciar la situación española, aunque la prensa más liberal se muestre más tolerante en cuanto a la capacidad de los españoles de retomar el rumbo correcto.
Pasaron las elecciones. Ahora llega el momento del trabajo duro, no sólo en los necesarios recortes, sino en la información de la sociedad, que debe ver una clase política distinta en sus puntos de vista y principios, pero unida en la urgente tarea de impedir que España caiga por el barranco.
A mi entender, el resultado de las elecciones andaluzas y asturianas transmiten al PP en el Gobierno que en una crítica situación como la española, que un sector de la prensa anglosajona juzga con extrema severidad, casi con hostilidad , es absurdo o suicida enzarzarse en disputas ideológicas o partidistas, estando llamados el PSOE y el PP a entenderse. Para los anglosajones, España está al borde del precipicio, comparando a nuestro país con Grecia, totalmente arruinada. Algunos analistas, imparciales, se preguntan si la prensa afín a Wall Street, quiere destruir al euro, buscando un punto flaco. Pese a la aparente indulgencia de la canciller federal Angela Merkel hacia España, tampoco en la prensa alemana conservadora se guardan remilgos a la hora de enjuiciar la situación española, aunque la prensa más liberal se muestre más tolerante en cuanto a la capacidad de los españoles de retomar el rumbo correcto.
Pasaron las elecciones. Ahora llega el momento del trabajo duro, no sólo en los necesarios recortes, sino en la información de la sociedad, que debe ver una clase política distinta en sus puntos de vista y principios, pero unida en la urgente tarea de impedir que España caiga por el barranco.
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