Desde que el humanista inglés Tomas Moro (1478-1535) escribió su obra "Utopía“, esta palabra no ha dejado de usarse para expresar lo idealista, pero imposible de realizar, el futuro mundo mejor, al que todos aspiran, pero que no parece posible de alcanzar, de una humanidad más humana. Los (reaccionarios) conservadores, adversarios de lo utópico, apelan siempre a la tradición como esos paletos que, por la tradición, durante las fiestas del pueblo, arrojan desde lo alto del campanario de la iglesia a una cabra o un pavo o los salvajes que lancean a caballo a un toro indefenso y no digamos de los taurinos que se aferran a la tradición de las corridas de toros. ¿Es una utopía pensar que algún día se impondrá en España el amor por todos los animales, no sólo por las mascotas?
Aunque nos neguemos a verlo, los animales son nuestros hermanos en esta maravilla que es la vida. La mayoría de ellos dependen del hombre para sobrevivir. Es un escándalo ver cómo ganaderos mantienen, por ejemplo, hacinados a reses, cerdos, cabritos o pollos, como en un campo de concentración. ¿Dónde están las intervenciones de los ministerios competentes?
¿Cómo vamos a ser mejores personas si nos portamos tan mal con nuestros compañeros de viaje sideral? Una mejor democracia, más humana, más social, con mejor política y mejor gestión económica, como exigen los manifestantes del M-15, requiere la extensión de la ética, en vez de esas patrañas de religiones y exige por encima de todo más humanismo. ¡Sigamos creyendo en la utopía!
Aunque nos neguemos a verlo, los animales son nuestros hermanos en esta maravilla que es la vida. La mayoría de ellos dependen del hombre para sobrevivir. Es un escándalo ver cómo ganaderos mantienen, por ejemplo, hacinados a reses, cerdos, cabritos o pollos, como en un campo de concentración. ¿Dónde están las intervenciones de los ministerios competentes?
¿Cómo vamos a ser mejores personas si nos portamos tan mal con nuestros compañeros de viaje sideral? Una mejor democracia, más humana, más social, con mejor política y mejor gestión económica, como exigen los manifestantes del M-15, requiere la extensión de la ética, en vez de esas patrañas de religiones y exige por encima de todo más humanismo. ¡Sigamos creyendo en la utopía!
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