No se crean que soy muy futbolera. Pero viendo ayer de madrugada las noticias en el Canal 24 Horas, que le dedicó casi toda su emisión a la final de la Eurocopa entre el Manchester United y el FC Barcelona, no pude menos que sumarme al entusiasmo de los presentadores por la victoria del club catalán. Y es que el Barça, que en Barcelona siempre ha sido algo más que un club de fútbol cualquiera, se ha convertido en un referente de cómo debiera ser el fútbol en unos tiempos en los que los jugadores de ese deporte no son otra cosa que gladiadores o mercenarios del balompié, que venden sus servicios al mejor postor (muchos de ellos salidos de ghettos, de favelas o, simplemente, de la miseria de sus orígenes).
A los jugadores del FC Barcelona se les adora en todo el mundo. Y no hablemos de su entrenador Pep Guardiola. Mientras que otros se dedican a polemizar, él es siempre todo un señor y evita descalificar a sus adversarios. Lo mismo sucede con su equipo, donde no existen roces entre compañeros y lo que si hay es una camaradería a prueba de bombas. Todos para uno y uno para todos, como los tres mosqueteros. Se intuye que esa solidaridad no se acaba en la puerta de los vestuarios y eso el público lo siente y lo sabe agradecer porque, con su magnífico y coordinado juego, les devuelven con creces el precio que han pagado por sus entradas.
Pues ayer, señores míos, aunque fuese en diferido, me emocioné como una tonta ante ese juego tan elegante y coordinado de la delantera del Barça que me recordaba, multiplicado por mucho, a los legendarios partidos de los años 70 del joven Franz Beckenbauer (“el Kaiser”) con el equipo del FC Bayern München.
Hasta aquí todo bien. Pero toda victoria tiene sus lados oscuros y estos los pusieron los anteayer los “Mossos d’Esquadra” con su desproporcionada actuación al intentar desalojar por la fuerza a los llamados “Indignados”, los jóvenes contestatarios del 15-M, que tenían montados sus campamentos en la Plaza de Cataluña. Aunque es comprensible que la Policía Municipal intente evitar posibles disturbios ante la temida avalancha de gente que, en caso de que el Barça ganase “la orejona”, se esperaba que acudiesen en masa a la fuente de Canaletas para celebrar la victoria de su equipo como es tradición, lo que no es de recibo es que los “mossos d’esquadra” actuasen con los manifestantes con la misma brutalidad que lo hacían “los grises” hasta más o menos el año 1976. Las imágenes, por supuesto, han dado la vuelta al mundo que se ha quedado atónito ante la actuación tan fuera de lugar de las fuerzas del orden catalanas. Si ese es el nuevo estilo de gobernar del Señor Mas & Co. valdría más que el ex honorable Jordi Pujol le impartiese a él y a los otros nuevos mandamases de la Generalitat un par de clases de apoyo sobre la historia de la democracia en Cataluña en los últimos 35 años.
Margarita Rey
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