sábado, 7 de mayo de 2011

Tema de hoy: La memoria


Es un hecho científicamente comprobado que las personas de la tercera edad pueden recordar hechos y sentimientos acaecidos en un remoto pasado de su existencia, pero olvidan fácilmente lo ocurrido o lo dicho no sólo ayer, sino lo inmediato. Es nuestro cerebro que guarda lo que nos era útil en el presente de entonces, que era la cantera del pasado y del presente ante el prolongado futuro que se tenía por delante. Nuestra base de datos es el cerebro, que mediante interreacciones químicas, como un ordenador, organiza nuestro ser. Desde milenios se ha creído que la sede de nuestros sentimientos o de nuestro carácter, estaba en el corazón. Como símbolo religioso puede hallarse en algunas antiguas religiones. Hoy se conserva en el catolicismo, en esos cursis y chocantes “corazones” que solían ornar las puertas de casas para que el corazón de Jesús proteja a sus habitantes. Dicho sea de paso, me llama la atención esa especie de inclinación caníbal (eucaristía, corazones de Jesús) del culto católico.

Nuestro cerebro, como un PC, guarda todos los datos que nos son útiles y elimina aquellos que han perdido utilidad. En la tercera edad disponemos de un gran arsenal de memoria “a largo plazo pasado”. Es el resumen de quiénes hemos sido. Pero el presente, que es el punto de partida del futuro, nos exige, salvo excepciones, menos capacidad de archivo, porque nuestro futuro se hace cada vez más corto. Nuestro tiempo está caracterizado por una vivencia cada vez más rápida, vertiginosos resultados de la Ciencia y una tecnología cada vez más sofisticada. Ello trae consigo una constante adaptación del cerebro, que está en constante actividad. Los fallos de memoria “a corto plazo” se deben a que el cerebro ya no guarda tantos datos, por considerarlos superfluos en la tercera edad, que más que ninguna edad del ser humano está abocada a un futuro más breve.

En las personas sanas, es decir, sin Alzheimer, nuestro cerebro sabe muy bien lo que se hace.

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