A las 12.01 minutos de la noche de ayer comenzó la Feria de Sevilla. Durará del 3 al 8 de mayo y hacía 49 años que la Feria de Abril no caía en mayo. Además, ésta será la primera Feria “sin humos”, puesto que, debido a la nueva ley antitabaco, no se permitirá fumar en ninguna de las 1.048 típicas casetas (un récord), repartidas en 15 calles. El lema de esta edición es la conmemoración del quinto centenario de la primera circunnavegación de la tierra, es decir: la primera vuelta al mundo en barco, protagonizada por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, que salió de Sevilla.
La Feria de Sevilla comienza siempre con el encendido de miles de bombillas, seguida de la tradicional “noche del pescaíto”, en la que el típico “pescaíto frito”, los langostinos y los espetos de sardinas son los protagonistas. Naturalmente, siempre acompañados de un “rebujito”, una mezcla de vino manzanilla (“fino”) y refresco de lima-limón, que se puso de moda en los 90 del siglo pasado (promocionado por una marca de manzanilla para que la juventud se aficionase también a esa bebida tan andaluza).
Desgraciadamente, un gran número de casetas sólo permiten la entrada previa invitación o si se va acompañado de un socio. A los demás mortales, no les queda más remedio que recurrir a las casetas de libre acceso o “públicas” (pertenecientes a sindicatos y partidos políticos, casas regionales, así como a los diversos barrios o distritos de la ciudad). Al alcance de todos y para alegrar la vista, están, durante el día, los tradicionales y vistosos paseos en carruajes y a caballo por el recinto ferial, objetivo fotográfico de los miles de turistas que visitan la ciudad a orillas del Guadalquivir.
Para la diversión del público en general están también las habituales atracciones (montaña rusa, castillo o casa del terror, coches que chocan, etc.). Fuera de las casetas se instalan gastrónomos ambulantes con sus remolques de comida que están al pie del cañón, mañana y noche, todo y cada uno de los días que dura la Feria de Abril. Eso sí, para no perderse en el laberinto, no se les ocurra dejarse el plano de la Feria en su alojamiento. Y si temen tomarse unas copitas de más, lo mejor es llevar colgado al cuello un cartelito con su dirección en Sevilla para que el taxista que les socorra, sepa dónde llevarles y aparcarles. Pero si después de tanta música, trasiego, comida y bebida todavía se tienen en pie, lo suyo antes de retirarse es tomarse una buena taza de chocolate caliente con churros para acumular energías para el próximo día de ese embrujador y colorido espectáculo de peinetas, vestidos de faralaes y flamenco que es la Feria de Abril de Sevilla.
Margarita Rey
La Feria de Sevilla comienza siempre con el encendido de miles de bombillas, seguida de la tradicional “noche del pescaíto”, en la que el típico “pescaíto frito”, los langostinos y los espetos de sardinas son los protagonistas. Naturalmente, siempre acompañados de un “rebujito”, una mezcla de vino manzanilla (“fino”) y refresco de lima-limón, que se puso de moda en los 90 del siglo pasado (promocionado por una marca de manzanilla para que la juventud se aficionase también a esa bebida tan andaluza).
Desgraciadamente, un gran número de casetas sólo permiten la entrada previa invitación o si se va acompañado de un socio. A los demás mortales, no les queda más remedio que recurrir a las casetas de libre acceso o “públicas” (pertenecientes a sindicatos y partidos políticos, casas regionales, así como a los diversos barrios o distritos de la ciudad). Al alcance de todos y para alegrar la vista, están, durante el día, los tradicionales y vistosos paseos en carruajes y a caballo por el recinto ferial, objetivo fotográfico de los miles de turistas que visitan la ciudad a orillas del Guadalquivir.
Para la diversión del público en general están también las habituales atracciones (montaña rusa, castillo o casa del terror, coches que chocan, etc.). Fuera de las casetas se instalan gastrónomos ambulantes con sus remolques de comida que están al pie del cañón, mañana y noche, todo y cada uno de los días que dura la Feria de Abril. Eso sí, para no perderse en el laberinto, no se les ocurra dejarse el plano de la Feria en su alojamiento. Y si temen tomarse unas copitas de más, lo mejor es llevar colgado al cuello un cartelito con su dirección en Sevilla para que el taxista que les socorra, sepa dónde llevarles y aparcarles. Pero si después de tanta música, trasiego, comida y bebida todavía se tienen en pie, lo suyo antes de retirarse es tomarse una buena taza de chocolate caliente con churros para acumular energías para el próximo día de ese embrujador y colorido espectáculo de peinetas, vestidos de faralaes y flamenco que es la Feria de Abril de Sevilla.
Margarita Rey
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