Si gana las elecciones generales el PP, lo cual es bastante verosímil, una de las primeras leyes que derogará el partido de Rajoy será con toda seguridad la de la Memoria Histórica.
Nadie puede tener algo en contra de que los familiares busquen arqueológicamente los restos mortales de sus seres queridos para sacarlos de las fosas comunes y darles “cristiana” sepultura. Pero a mí me parece ingenuo creer, con o sin el PP en el poder, se juzguen alguna vez los crímenes del franquismo. Véase el caso del juez Garzón, sentado en el banquillo de los acusados por jueces “conservadores” a instancias de tres grupúsculos de extrema derecha, entre ellos la esperpéntica F.E.T. y de las Jons. No sucumbamos al error de que el PP, , va a permitir que se juzgue a la dictadura, de la que provienen muchos abuelos y padres nostálgicos de Franco.
No olvidemos que la actual democracia se la debemos a un pacto con tres factores principales. Uno: el deseo de Juan Carlos de reinar sin ser el delfín del dictador y al propio tiempo ingresar en el club de las democracias europeas, ingreso que tanto necesitaba nuestro país. Segundo: el deseo de los partidos de la oposición democrática de ser legalizados y construir todos juntos la democracia en el país, que había sufrido casi medio siglo de dictadura. Tercero: el deseo de los franquistas de no quedar descolgados y, con la condición de que “todo lo pasado” se olvide, participar en el juego democrático.
Cuando se trata de los crímenes del franquismo el PP se cierra en banda y apela a la Ley de Amnistía dada al comienzo de la transición en 1977. A ella querían acogerse los franquistas, pero la oposición democrática se opuso. Eso se ha olvidado en el PP, antes Alianza Popular (también de Fraga).
Sin perdón no hay reconciliación. Tal vez en el siglo XXII, la memoria histórica haya desaparecido en el agujero negro del tiempo, como quieren los fascistas. Y en el siglo XXIII sólo los eruditos conocerán nuestra gran tragedia nacional.
Nadie puede tener algo en contra de que los familiares busquen arqueológicamente los restos mortales de sus seres queridos para sacarlos de las fosas comunes y darles “cristiana” sepultura. Pero a mí me parece ingenuo creer, con o sin el PP en el poder, se juzguen alguna vez los crímenes del franquismo. Véase el caso del juez Garzón, sentado en el banquillo de los acusados por jueces “conservadores” a instancias de tres grupúsculos de extrema derecha, entre ellos la esperpéntica F.E.T. y de las Jons. No sucumbamos al error de que el PP, , va a permitir que se juzgue a la dictadura, de la que provienen muchos abuelos y padres nostálgicos de Franco.
No olvidemos que la actual democracia se la debemos a un pacto con tres factores principales. Uno: el deseo de Juan Carlos de reinar sin ser el delfín del dictador y al propio tiempo ingresar en el club de las democracias europeas, ingreso que tanto necesitaba nuestro país. Segundo: el deseo de los partidos de la oposición democrática de ser legalizados y construir todos juntos la democracia en el país, que había sufrido casi medio siglo de dictadura. Tercero: el deseo de los franquistas de no quedar descolgados y, con la condición de que “todo lo pasado” se olvide, participar en el juego democrático.
Cuando se trata de los crímenes del franquismo el PP se cierra en banda y apela a la Ley de Amnistía dada al comienzo de la transición en 1977. A ella querían acogerse los franquistas, pero la oposición democrática se opuso. Eso se ha olvidado en el PP, antes Alianza Popular (también de Fraga).
Sin perdón no hay reconciliación. Tal vez en el siglo XXII, la memoria histórica haya desaparecido en el agujero negro del tiempo, como quieren los fascistas. Y en el siglo XXIII sólo los eruditos conocerán nuestra gran tragedia nacional.
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