Pasados unos días después de las elecciones autonómicas y municipales ganadas por el PP, volveremos a la guerra de improperios como entre enconados enemigos. ¿Por qué no ser sensatos y pensar, no en los votos obtenidos por los partidos, sino en el bien común, en España.
No están los tiempos para purezas ideológicas. El discurso ideológico de cada partido es un asunto interno. Lo que importa es ese otro gran proyecto de salvar a España de la ruina y del “rescate”, que persiguen la UE, El Banco Central europeo y otros institutos crediticios, como el FMI, que ya han fagocitado a Grecia y Portugal. La meta común ha de ser España, no lo que piense el PP o el PSOE. Sería hora de que los dos partidos mayoritarios dejaran de mirarse con cara de perro y se prepararan para una gran coalición. Entre los dos partidos podrían conseguir más que uno solo y sin la suficiente mayoría. Los problemas urgentes a solucionar son, como todos sabemos, el paro, la situación de los jubilados y los sin techo. Por supuesto, es de vital importancia el crecimiento, lo cual presupone productividad y competitividad. PP y PSOE, si unen sus fuerzas, podrían sacar a España del profundo bache y devolverle su credibilidad en los foros internacionales.
¿A qué esperan el PP y el PSOE? ¿Tiene el PP vocación totalitaria? En vez de perder tiempo y energía en estas guerras de palabras: proyectos comunes, un pacto de Estado. El lobo nos está mirando.