Desde navidades atormenta mis ojos y mis oídos la palabra “Urdangarin “, que tiene un sonido de ruso, pero que pertenece a los españoles.
No les voy a contar el caso, porque ya es hartamente conocida la presunta felonía, supuestamente (hay que andarse con pies de plomo en estos supuestos casos) cometida por el yerno del rey y que ha obligado a la Casa del Rey a precisar quiénes son familia real. Según el comunicado del Departamento de Relaciones con la Prensa de la Zarzuela, miembros de la Familia Real son el Rey, la Reina (¡menuda la armó al viajar a Washington para ver a sus nietecitos cuando Urdangarin ya era un vocablo apestado!), el Príncipe Felipe y su sucesor. Todos los demás, ¡a la calle!
El rey don Juan Carlos reaccionó en su mensaje madrileño con la energía, pero comedimiento, que todos conocemos y que es un sustancial motivo del respeto que sienten por él en el Extranjero.
Según el rey todos son iguales ante la Ley (menos él, que constitucionalmente es “intocable”). La Ley tendrá la última palabra. Todos esperan ahora la declaración de Urdangarin ante el juez instructor como imputado el próximo día 25.
En España todos son iguales ante la ley, pero otros, al parecer, son más iguales. Más de un ciudadano se pregunta por qué está el señor Emilio Botín en la calle. Ya lo dijo Manuel Fraga: “Spain is different”.
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