Después de que el Estado español ganase el pasado viernes la causa contra la empresa estadounidense cazatesoros “Odyssey”, con quien se disputaba la propiedad de las 595.000 monedas de oro y plata (17 toneladas de peso) extraídas ilegalmente del pecio de la que fuere orgullosa fragata “Nuestra Señora de las Mercedes”, el cargamento llegó anteayer a España.
El juez federal de la corte de Tampa, Mark Pizzo, ordenó el viernes pasado la entrega del tesoro a España por parte de la empresa de exploración submarina Odyssey, al tiempo que desestimaba la reclamación de dicha compañía a España sobre el pago de 412.814 dólares en concepto de gastos de almacenaje y conservación del tesoro. Así se cierra la batalla legal de cinco años entre el Estado español y la empresa norteamericana por el mayor tesoro submarino jamás rescatado del fondo del mar.
Protegido por enormes medidas de seguridad, dos camiones recogieron la valiosa carga en la base aérea de Torrejón de Ardoz y la transportaron hasta la Secretaría de Estado de Cultura, en pleno centro de Madrid, donde fue depositado hasta que se decida su ubicación final.
Para los que no hayan seguido los pormenores por la tele y los periódicos, que nos inundaron durante varios días con noticias de todo tipo sobre el positivo fallo judicial, trataré de esclarecer brevemente los hechos históricos.
Según se puede leer el 8 de febrero 2012 en la página web especializada blognumismatico.com:
“El 9 de agosto de 1804 partía de Montevideo la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, cargada de oro y, sobre todo, plata procedente de las diversas minas que el Imperio Español tenía en sus colonias americanas. Los metales preciosos fundamentalmente provenían de Bolivia, Perú y Chile, habían pasado por Argentina y de allí se dirigieron a Uruguay, desde donde partirían a Cádiz para luego llegar a Madrid y poder saldar parte de las numerosas deudas del Imperio Español. Así se esparcerían por el mundo entero, como llevaba siglos haciendo la plata americana.
La Mercedes no navegaba sola, sino en una pequeña flota que tenía al Medea como buque insignia y a la Santa Clara y la Fama como otras dos fragatas acompañantes. En total llevaban 1089 personas, muchos de ellos familias de civiles y sus posesiones que, tras haber acumulado riquezas en el Nuevo Reino, se retiraban a España a vivir el resto de sus vidas. Como cargamento, 34.292.064 reales en monedas de oro y plata, 150.000 lingotes de oro, 1.666 barras de estaño y otras materias primas preciadas como cobre y pieles de focas. Todo esto se esperaba en España como agua en mayo para hacer frente a los gastos del Estado…..
(…). El 5 de octubre de 1804 estaban las cuatro embarcaciones al sur de Portugal, cerca del Cabo de Santa María, ignorantes de la emboscada que les tenían preparada los ingleses. A las 7:00 de ese mismo día los españoles divisaron cuatro navíos, y viendo que eran ingleses y que iban hacia ellos, no tardaron en organizar la flota, y a las 8:00 el comandante José de Bustamante y Guerra ordenó zafarrancho de combate en unos barcos mercantes cargados de civiles y donde los militares apenas tenían experiencia en batallas. Al fin y al cabo nadie esperaba luchar.
Poco antes de las 9:00 ya habían alcanzado los navíos ingleses a la flota española y estaban colocados en barlovento, emparejados uno a uno, y tan cerca que se podía alcanzar al enemigo con una pistola. En esas condiciones Graham Moore, el comandante inglés, envió a Lieutenant Ascott al Medea para explicar sus órdenes a los españoles. Allí le recibieron Bustamente y el Mayor General Diego de Alvear, quien estaba al cargo de la Mercedes y que regresaba a España junto con su mujer y sus ocho hijos (uno de los cuales cruzó con él al Medea). Las órdenes inglesas eran muy claras: rendición de la escuadra inmediata e incondicional.
Los españoles se sabían en clara minoría, pero no estaban dispuestos a tales exigencias e intentaron pactar un acuerdo más digno. Pero los ingleses estaban impacientes, y viendo que sus interlocutores no regresaban, a las 10:00 lanzaron un cañonazo que impactó de lleno en el Medea, y de forma prácticamente inmediata se produjeron sendas andanadas por parte de españoles e ingleses…..
(...). El 5 de octubre de 1804 estaban las cuatro embarcaciones al sur de Portugal, cerca del Cabo de Santa María, ignorantes de la emboscada que les tenían preparada los ingleses. A las 7:00 de ese mismo día los españoles divisaron cuatro navíos, y viendo que eran ingleses y que iban hacia ellos, no tardaron en organizar la flota, y a las 8:00 el comandante José de Bustamante y Guerra ordenó zafarrancho de combate en unos barcos mercantes cargados de civiles y donde los militares apenas tenían experiencia en batallas. Al fin y al cabo nadie esperaba luchar.....
(…). En total España perdió 249 personas, un enorme botín (a partir de ese día nunca cruzó el Atlántico una cantidad de oro y plata semejante con destino a España) y tres barcos que fueron conducidos a Gibraltar, y después a Inglaterra para pasar a formar parte de la Armada Británica. El resto de los tripulantes y pasajeros fueron apresados y conducidos a Inglaterra como prisioneros.”
Hasta aquí la página web blognumismatico.com
Sin embargo, el alborozo español –con ciertos tintes triunfalistas– no tiene en cuenta un detalle muy importante. El Gobierno del Perú confirmó el pasado sábado que pensaba solicitar a la Corte Suprema de los Estados Unidos la revisión del caso “Odyssey”, ya que que el cargamento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes es de origen peruano.
En efecto, en el año 1804 Perú era aún Virreinato, por lo que estaba bajo el dominio español. Las monedas de oro y plata que salieron del puerto del Callao hacía España, habían sido previamente acuñadas con el oro y la mano de obra peruanos. Por consecuente, las monedas peruanas tenían dos dueños: el concesionario de la mina y el rey de España.
Según declaraciones del almirante Fernando Casaretto, director del Museo Naval de Perú, “el tesoro que ahora se reclaman es el fruto de la sangre de miles de mineros esclavizados hasta la muerte para extraer el oro necesario y si es devuelto a las arcas peruanas sería una pequeñísima parte de lo que los españoles saquearon en toda América Latina.
Ese Virreinato que fue esclavizante, que fue genocida, mineros esclavizados hasta la muerte para obtener oro y plata peruana, ese gobierno era ilegítimo y entonces si el Perú interviene, pues con justa razón porque sería una millonésima parte, micro millonésima parte de lo que en 300 años, justamente 275, fueron tesoros peruanos pero sobre todo sangre de peruanos que murieron en este genocidio".
Casaretto insta al gobierno de Lima para que Perú agote todos los recurso legales para reclamar a España el tesoro del galeón español.
M.R.
El juez federal de la corte de Tampa, Mark Pizzo, ordenó el viernes pasado la entrega del tesoro a España por parte de la empresa de exploración submarina Odyssey, al tiempo que desestimaba la reclamación de dicha compañía a España sobre el pago de 412.814 dólares en concepto de gastos de almacenaje y conservación del tesoro. Así se cierra la batalla legal de cinco años entre el Estado español y la empresa norteamericana por el mayor tesoro submarino jamás rescatado del fondo del mar.
Protegido por enormes medidas de seguridad, dos camiones recogieron la valiosa carga en la base aérea de Torrejón de Ardoz y la transportaron hasta la Secretaría de Estado de Cultura, en pleno centro de Madrid, donde fue depositado hasta que se decida su ubicación final.
Para los que no hayan seguido los pormenores por la tele y los periódicos, que nos inundaron durante varios días con noticias de todo tipo sobre el positivo fallo judicial, trataré de esclarecer brevemente los hechos históricos.
Según se puede leer el 8 de febrero 2012 en la página web especializada blognumismatico.com:
“El 9 de agosto de 1804 partía de Montevideo la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, cargada de oro y, sobre todo, plata procedente de las diversas minas que el Imperio Español tenía en sus colonias americanas. Los metales preciosos fundamentalmente provenían de Bolivia, Perú y Chile, habían pasado por Argentina y de allí se dirigieron a Uruguay, desde donde partirían a Cádiz para luego llegar a Madrid y poder saldar parte de las numerosas deudas del Imperio Español. Así se esparcerían por el mundo entero, como llevaba siglos haciendo la plata americana.
La Mercedes no navegaba sola, sino en una pequeña flota que tenía al Medea como buque insignia y a la Santa Clara y la Fama como otras dos fragatas acompañantes. En total llevaban 1089 personas, muchos de ellos familias de civiles y sus posesiones que, tras haber acumulado riquezas en el Nuevo Reino, se retiraban a España a vivir el resto de sus vidas. Como cargamento, 34.292.064 reales en monedas de oro y plata, 150.000 lingotes de oro, 1.666 barras de estaño y otras materias primas preciadas como cobre y pieles de focas. Todo esto se esperaba en España como agua en mayo para hacer frente a los gastos del Estado…..
(…). El 5 de octubre de 1804 estaban las cuatro embarcaciones al sur de Portugal, cerca del Cabo de Santa María, ignorantes de la emboscada que les tenían preparada los ingleses. A las 7:00 de ese mismo día los españoles divisaron cuatro navíos, y viendo que eran ingleses y que iban hacia ellos, no tardaron en organizar la flota, y a las 8:00 el comandante José de Bustamante y Guerra ordenó zafarrancho de combate en unos barcos mercantes cargados de civiles y donde los militares apenas tenían experiencia en batallas. Al fin y al cabo nadie esperaba luchar.
Poco antes de las 9:00 ya habían alcanzado los navíos ingleses a la flota española y estaban colocados en barlovento, emparejados uno a uno, y tan cerca que se podía alcanzar al enemigo con una pistola. En esas condiciones Graham Moore, el comandante inglés, envió a Lieutenant Ascott al Medea para explicar sus órdenes a los españoles. Allí le recibieron Bustamente y el Mayor General Diego de Alvear, quien estaba al cargo de la Mercedes y que regresaba a España junto con su mujer y sus ocho hijos (uno de los cuales cruzó con él al Medea). Las órdenes inglesas eran muy claras: rendición de la escuadra inmediata e incondicional.
Los españoles se sabían en clara minoría, pero no estaban dispuestos a tales exigencias e intentaron pactar un acuerdo más digno. Pero los ingleses estaban impacientes, y viendo que sus interlocutores no regresaban, a las 10:00 lanzaron un cañonazo que impactó de lleno en el Medea, y de forma prácticamente inmediata se produjeron sendas andanadas por parte de españoles e ingleses…..
(...). El 5 de octubre de 1804 estaban las cuatro embarcaciones al sur de Portugal, cerca del Cabo de Santa María, ignorantes de la emboscada que les tenían preparada los ingleses. A las 7:00 de ese mismo día los españoles divisaron cuatro navíos, y viendo que eran ingleses y que iban hacia ellos, no tardaron en organizar la flota, y a las 8:00 el comandante José de Bustamante y Guerra ordenó zafarrancho de combate en unos barcos mercantes cargados de civiles y donde los militares apenas tenían experiencia en batallas. Al fin y al cabo nadie esperaba luchar.....
(…). En total España perdió 249 personas, un enorme botín (a partir de ese día nunca cruzó el Atlántico una cantidad de oro y plata semejante con destino a España) y tres barcos que fueron conducidos a Gibraltar, y después a Inglaterra para pasar a formar parte de la Armada Británica. El resto de los tripulantes y pasajeros fueron apresados y conducidos a Inglaterra como prisioneros.”
Hasta aquí la página web blognumismatico.com
Sin embargo, el alborozo español –con ciertos tintes triunfalistas– no tiene en cuenta un detalle muy importante. El Gobierno del Perú confirmó el pasado sábado que pensaba solicitar a la Corte Suprema de los Estados Unidos la revisión del caso “Odyssey”, ya que que el cargamento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes es de origen peruano.
En efecto, en el año 1804 Perú era aún Virreinato, por lo que estaba bajo el dominio español. Las monedas de oro y plata que salieron del puerto del Callao hacía España, habían sido previamente acuñadas con el oro y la mano de obra peruanos. Por consecuente, las monedas peruanas tenían dos dueños: el concesionario de la mina y el rey de España.
Según declaraciones del almirante Fernando Casaretto, director del Museo Naval de Perú, “el tesoro que ahora se reclaman es el fruto de la sangre de miles de mineros esclavizados hasta la muerte para extraer el oro necesario y si es devuelto a las arcas peruanas sería una pequeñísima parte de lo que los españoles saquearon en toda América Latina.
Ese Virreinato que fue esclavizante, que fue genocida, mineros esclavizados hasta la muerte para obtener oro y plata peruana, ese gobierno era ilegítimo y entonces si el Perú interviene, pues con justa razón porque sería una millonésima parte, micro millonésima parte de lo que en 300 años, justamente 275, fueron tesoros peruanos pero sobre todo sangre de peruanos que murieron en este genocidio".
Casaretto insta al gobierno de Lima para que Perú agote todos los recurso legales para reclamar a España el tesoro del galeón español.
M.R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario