En el ambiente flota un algo de huelga general.
Lo dijo el propio Rajoy en Bruselas, que los recortes le iban a traer una
huelga general.
Si me preguntan, no soy
partidario de huelgas generales, que perjudican todavía más a la
cochambrosa economía nacional, sin conseguir una mínima parte de lo que se
pretendía con el “gran paro”. Repito una vez más que en España los sindicatos
son débiles y no pueden afrontar los gastos originados por una huelga general
que, al final se queda en derecho al pataleo. Pero los trabajadores en
precarias condiciones laborales y los parados no pueden resistir con sus
escasos ingresos. El Gobierno y la Patronal, mucho más poderosos que las
centrales sindicales, UGT y CC OO, sumidas durante 40 años en la clandestinidad,
tienen recursos suficientes para resistir, aunque una huelga general tenga valor
testimonial ante la opinión pública española y extranjera. Demasiado poco, para
tanto gasto y sacrificio.
En las actuales circunstancias de
sustanciales recortes lo que sí tendría un fuerte impacto sobre los gobiernos y
las patronales sería una huelga general a nivel de la Unión Europea. Para ello
es imprescindible que todos los sindicatos, incluidos en primer lugar los más
poderosos, como los alemanes (DGB), traspasen las fronteras de intereses
nacionales y se coordinen para un paro conjunto. ¿Creará la crisis esta
conciencia de intereses comunes? En
primer lugar, las clases menos favorecidas españolas, han demostrado con su
aplastante voto en favor de los conservadores (la derecha, el PP) que aún
tienen mucho que aprender del olvidado “movimiento obrero” y, mucho más todavía, de la necesidad de unos sindicatos fuertes.
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