Además de la condena del juez Baltasar Garzón, que merece una revista de prensa nacional e internacional aparte, una noticia deportiva, que se está convirtiendo poco a poco en un pasillo de comedia, ocupa los titulares de los periódicos y de la televisión.
Me estoy refiriendo a la parodia de algunos deportistas españoles de elite (Alberto Contador, Rafa Nadal, Iker Casillas y Pau Gasol) en el programa de Canal Plus Francia Les Guignols de l'info (Las noticias del guiñol).
De un gusto más que dudoso, los sketches que protagonizan los muñecos de látex dan a entender que nuestros mejores deportistas han conseguido sus laureles gracias al dopaje (a Alberto Contador se le veía ganando el Tour de Francia gracias a las transfusiones de algunos fans y a Rafa Nadal firmando contratos con una jeringuilla).
Los que me conocen saben que no se me puede tachar de anti francesa. Al contrario, mi educación francófona hace que una parte de mi corazón esté siempre muy cerca del pensamiento y de la cultura del país vecino. Pero, precisamente porque les conozco muy bien, sé perfectamente de qué pie cojean los franceses. Soy consciente además de la ambivalente relación que siempre ha existido entre nuestros países y de que los galos son bastante chauvinistas y suelen tener muy mal perder.
Precisamente por ello me parece que, en los difíciles tiempos que corremos, no es de recibo caricaturizar de esa manera a deportistas que han tocado con los dedos el techo del Olimpo cuando hay cosas mucho más importantes que criticar, sobre todo en la política. Pero puestos a ridiculizar, ¿qué opinan nuestros ecuánimes vecinos de los cariñosos besitos del pequeñín Monsieur Sarkozy a la matrona Frau Merkel?
Me parece normal que los aludidos y las organizaciones deportivas que les respaldan protesten enérgica e incluso airadamente contra esas bromas faltas de gracia, por mucho que tengan lugar en un programa de humor, ya que se desprestigia abiertamente a esos grandes deportistas ante la opinión pública francesa. Ahora bien, me parece una exageración que los políticos juzguen oportuno tomar cartas en el asunto.
Con toda Europa bailando en la cubierta del Titanic debido al acoso de los así llamados “mercados”, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, no tiene otra cosa que hacer que encargar al embajador de España en Francia, Carlos Bastarreche, que envíe una carta al director de Canal Plus Francia y emita un comunicado a todos los medios franceses “que exprese su disgusto por la falta de ética que percibe en los contenidos emitidos de forma sucesiva parodiando a deportistas españoles dopándose tras manifestar su respeto a la libertad de información, pero limitándolo en la dignidad y el honor de las personas”. Además, el titular de Exteriores ha remitido también, esta vez en nombre del Gobierno español, una carta de protesta al Ministerio de Deportes de Francia para expresar su queja y disgusto por los vídeos emitidos en Canal +.
Me figuro que el Sr. García-Margallo, que no es diplomático de carrera, habrá escuchado alguna vez la conocida frase “el mejor desprecio es no hacer aprecio”, pero, desde luego, su forma de arremeter, lanza en ristre, contra el programa satírico de Canal + demuestra una falta de pesquis total y le haría merecedor del premio “ridículo del año” si éste existiese.
La reacción no se ha hecho esperar. Ayer noche mismo, los muñecos del guiñol franceses volvían a la carga con mayor virulencia si cabe y cantaban a coro el “Viva España” para su audiencia. Después de la grotesca cartita, ¿se estará planteando el Sr. García-Margallo declararle ahora la guerra a Francia? Con diplomáticos (¿?) así, nunca se sabe.
Margarita Rey
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