Vaya, por fin lo hemos logrado. España ya no es noticia en Europa únicamente por sus problemas en el ámbito de la Economía. Y se lo de debemos a la desproporcionada intervención policial en la protesta estudiantil el pasado lunes en Valencia (después de más de una semana de concentraciones más o menos violentas) contra los recortes en Educación por parte de la Comunidad Valenciana (suspensión de clases, de calefacción en las aulas, de material escolar, ente otras cosas). El resultado, aparte de muchos manifestantes heridos por las porras de la policía, se saldó con la detención de 26 personas.
Como era de esperar, las televisiones alemana y francesa (y me figuro que muchas otras también), que sigo asiduamente vía satélite, se han hecho eco de las cargas de la policía valenciana contra los manifestantes y de las descalificaciones verbales de ciertos agentes (todas ellas recogidas por las cámaras de televisión), algunas de ellas desprovistas de toda esencia democrática. Aunque es posible que algunos de los protagonistas policiales del desaguisado en Valencia no hayan superado mentalmente el nivel de EGB, lo cierto es que esos personajes nos traen a los más mayores recuerdos de una época que preferiríamos olvidar.
El jefe superior de Policía en la Comunidad Valenciana, Antonio Moreno, justificó ayer la actuación policial en Educación, primero, y las cargas y detenciones policiales después, asegurando que "la Policía se ha visto obligada a repeler una agresión". Además, tuvo la torpeza de referirse a los manifestantes como “el enemigo”.
Entretanto, ante las críticas nacionales e internacionales, a las que se ha sumado Amnistía Internacional, Mariano Rajoy, “con cara de peo” (como se dice en la Mancha) o, si lo prefieren, “con cara de perro”, se apresuraba a pedir desde Londres, “mesura y serenidad a todo el mundo para no dañar la imagen de España en el exterior”. Según dijo, “todo el mundo tiene derecho a manifestarse, pero hay que hacerlo con mesura”. En privado, según publicó la prensa, manifestó que “no podemos dar esa imagen de nuestro país”.
En una asamblea del Instituto Luís Vives de Valencia se ha pedido, entre otras cosas, la dimisión de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, por incapacidad.
Mientras, las manifestaciones en Valencia se suceden (aunque ahora la policía parece haber recibido órdenes de mantenerse al margen) y otros colectivos estudiantiles de la Generalitat y del resto de España (Madrid, Barcelona), viéndole las orejas al lobo, se han sumado a las protestas valencianas.
Cuando don Mariano regrese a España, después de haberle intentado vender la burra a la UE de lo europeos que vamos a ser después de su elección como Presidente del Gobierno español, tendrá que poner un poco de orden en su partido. Como todos sabemos, la Generalitat Valenciana es desde 1995 un feudo del PP y, entretanto, apenas quedan Comunidades Autónomas en España que no estén en manos del Partido Popular.
Por ello, no sería mucho pedirle a Mariano Rajoy que haga comprender a sus compañeros de partido que espectáculos tan poco edificantes por parte de la policía nos sitúan en el extranjero al nivel de países tercermundistas, muy lejos de la imagen de seriedad y confianza que Rajoy pretende transmitir a nuestros principales socios de la UE.
M.R.
Como era de esperar, las televisiones alemana y francesa (y me figuro que muchas otras también), que sigo asiduamente vía satélite, se han hecho eco de las cargas de la policía valenciana contra los manifestantes y de las descalificaciones verbales de ciertos agentes (todas ellas recogidas por las cámaras de televisión), algunas de ellas desprovistas de toda esencia democrática. Aunque es posible que algunos de los protagonistas policiales del desaguisado en Valencia no hayan superado mentalmente el nivel de EGB, lo cierto es que esos personajes nos traen a los más mayores recuerdos de una época que preferiríamos olvidar.
El jefe superior de Policía en la Comunidad Valenciana, Antonio Moreno, justificó ayer la actuación policial en Educación, primero, y las cargas y detenciones policiales después, asegurando que "la Policía se ha visto obligada a repeler una agresión". Además, tuvo la torpeza de referirse a los manifestantes como “el enemigo”.
Entretanto, ante las críticas nacionales e internacionales, a las que se ha sumado Amnistía Internacional, Mariano Rajoy, “con cara de peo” (como se dice en la Mancha) o, si lo prefieren, “con cara de perro”, se apresuraba a pedir desde Londres, “mesura y serenidad a todo el mundo para no dañar la imagen de España en el exterior”. Según dijo, “todo el mundo tiene derecho a manifestarse, pero hay que hacerlo con mesura”. En privado, según publicó la prensa, manifestó que “no podemos dar esa imagen de nuestro país”.
En una asamblea del Instituto Luís Vives de Valencia se ha pedido, entre otras cosas, la dimisión de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, por incapacidad.
Mientras, las manifestaciones en Valencia se suceden (aunque ahora la policía parece haber recibido órdenes de mantenerse al margen) y otros colectivos estudiantiles de la Generalitat y del resto de España (Madrid, Barcelona), viéndole las orejas al lobo, se han sumado a las protestas valencianas.
Cuando don Mariano regrese a España, después de haberle intentado vender la burra a la UE de lo europeos que vamos a ser después de su elección como Presidente del Gobierno español, tendrá que poner un poco de orden en su partido. Como todos sabemos, la Generalitat Valenciana es desde 1995 un feudo del PP y, entretanto, apenas quedan Comunidades Autónomas en España que no estén en manos del Partido Popular.
Por ello, no sería mucho pedirle a Mariano Rajoy que haga comprender a sus compañeros de partido que espectáculos tan poco edificantes por parte de la policía nos sitúan en el extranjero al nivel de países tercermundistas, muy lejos de la imagen de seriedad y confianza que Rajoy pretende transmitir a nuestros principales socios de la UE.
M.R.
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