Se consumó el despropósito. Sus señorías del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) han suspendido de sus funciones judiciales al magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. Su señoría Varela puede por fin sentar en el banquillo de los acusados al juez español más conocido en el mundo, Baltasar Garzón. De nada han servido los méritos del controvertido y envidiado magistrado en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen internacional organizado. A instancias de una organización fascista marginal se le acusó de prevaricación por querer investigar los crímenes del franquismo. En una acción relámpago nocturna, el juez Varela y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) prepararon el mecanismo para impedir la salida del juez por siete meses a La Haya, para asesorar al Fiscal del Tribunal Penal Internacional (TPI). ¿Era demasiado peligroso Garzón instalado en dicho organismo, encargado de juzgar entre otros crímenes, los de lesa humanidad?
Sus señorías se han cobrado la presa. Maltrecha queda internacionalmente no sólo la justicia española, sino la propia democracia en nuestro país. Estamos siendo observados en la Unión Europea por la Economía. Ahora también se formulan preguntas acerca de la transición y la democracia en España.
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