jueves, 20 de mayo de 2010

Las ideologías

Se equivocan quienes afirman que con el fin del comunismo soviético desaparecieron las ideologías. Es cierto que en el mundo occidental democrático no existen las ideologías como dogmas. Los únicos dogmas que aún se mantienen son los religiosos, pero eso es harina de otro costal.

Las ideologías persisten en las mentes de los ciudadanos. Unos se decantan por la derecha y otros por la izquierda (en sus variados matices). Otros prefieren al neoliberalismo y al neoconservadurismo y otros, una minoría, se inclinan por la extrema izquierda o por la ultraderecha. El avance de la sociedad hacia los partidos no dogmáticos se pone de manifiesto en los escasos votos que obtienen los partidos autoritarios o totalitarios. En la democracia es necesario el contraste de pareceres, el intercambio de puntos de vista, lo cual es facilitado por la existencia de la libertad de opinión y de expresión. Pero el debate político no ha de darse en las calles, ni degenerar en batallas campales. Para el “choque” de las ideas está el parlamento, donde los diputados de los diversos grupos parlamentarios, discuten en representación de las diversas opciones democráticas. En nuestro parlamento la discusión política se ha mantenido hasta ahora en los cauces de la educación civil. Pero en parlamentos como el italiano e incluso el de los flemáticos ingleses, se han dado casos en que los parlamentarios, en el calor del combate, han llegado incluso a las manos. No positivo para la democracia es que las respectivas ideologías o programas de los partidos se aproximen tanto, que el ciudadano a la postre no sepa a qué partido votar, aunque también se da esta situación cuando la sociedad se ve confrontada con graves casos de corrupción. Los partidos han de definir exactamente su posición. Además, el deber de todos los partidos democráticos es combatir la corrupción ya desde el inicio.

Sin ideologías, la sociedad se vería abocada a la esterilidad de su pensamiento político. Un caldo de cultivo para los antidemócratas extremistas.

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